
Hay una canción de los sesenta que dice: –Tres cosas hay en la vida, salud, dinero y amor, y continúa…y el que tenga las tres cosas que le dé gracias a Dios. Y en los ámbitos de guerras y enemistades se ha considerado que tres son los males de una guerra mundial, en la Segunda Guerra Mundial tres fueron los enemigos de los aliados, uno era Hitler, el otro el emperador Hirohito, y el otro Mussolini. Pues bien, para mí hay tres profesiones a las que odio y odiaré. La primera, agente inmobiliario, por razones que más adelante explico. La segunda, es abogado, y la tercera, banquero. Yo creo que estas profesiones son el eje del mal de nuestro mundo posmoderno. Ya que como agente inmobiliario puede que ganes mucho dinero, pero la cantidad de argucias que tienes que soltar por tu boca es demencialmente inadmisible. Y luego está el agravament de que son unos hipócritas especuladores, pues al que le toque un personaje así es un problema. Son asustaviejas, engañaparejas, y embusteros de índole mayor. Luego están los abogados, éstos son una mezcla de agentes inmobiliarios y banqueros y explicaré el porqué. Cuando tienes la mala suerte de contratar a uno te dicen mentiras a porrillo y éstos son unos grandes amantes del dinero. Son tan avaros que sólo con escucharles hablar te dan ganas de abofetearlos. Son especuladores y avariciosos. Un abogado especializado en divorcios o en propiedad mercantil es una persona repleta de egoísmo y son cínicos hasta decir basta. Después están los banqueros. Éstos, son los peores, pues padecen de una codicia hacia el patrimonio y el dinero. Un banquero te da, te sigue dando, y cuando ya estás hasta el cuello, comienza a quitarte. No se fíen de ningún banquero jamás. He dicho que hablaría de tres profesiones, pero es que estas profesiones se retroalimentan la una de la otra, porque ninguno de ellos puede interactuar si no es el uno con el otro, estas profesiones están en simultánea conexión las unas de las otras. Yo creo que son el mal, el eje del mal de nuestras sociedades modernas. Luego están los políticos que son un compendio de los malos vicios de estas tres profesiones. Los políticos son adictos a muchas cosas, pero siempre están allí donde hay poder y dinero. Son una especie de parásitos sin catalogar por ningún investigador. Son aquello que votamos cada cuatro años, en elecciones, el único tiempo en que nos necesitan. Estas profesiones entran dentro del juego de la miseria, son unos miserables. Y esto no me lo ha enseñado ningún libro, ni lo he digerido de la mala televisión, lo he comprobado en mis carnes conforme he visto las dimensiones del teatro. Parafraseando a Gil de Biedma. Fin de la cita.