Capplannetta asume ciertas verdades

Tengo pocos amigos. Los suficientes. No pretendo con esto ir de resentido, pero conozco y desconozco a mucha gente tan sólo por el hecho de que cada cuál va a la suya. Y ya mi juventud, la juventud en la que tantas veces he tropezado en según qué circunstancias, la juventud de los sábados noche, esa juventud para mí ya no existe. He madurado, me he hecho fuerte viviendo solo, y he pensado mucho en mis errores pasados. Me produce cierta lástima la juventud que está ahora en edad de divertirse. Con esta maldita pandemia sus mayores les ponen trabas para salir y divertirse, pero son así las cosas. Es preciso recordar de que todos hemos sido jóvenes, y muchos hemos perdido muchas veces los papeles. Hemos sido traviesos, disconformes y rebeldes, unos lo hemos pagado caro, otros no tanto. En estos tiempos de vida en soledad he aprendido algo, lo que merece la pena y lo que no merece nada. Ojalá en mi juventud hubiese habido una pandemia, o no, no sé, el caso es que si hubiese habido una pandemia como esta a lo mejor no me hubiese tragado la calle, o sí, el caso es que si mis padres no me dejaran salir me escaparía como tantos chicos hacen. Arriesgando multas por toques de queda, por salir de ciudad, y por beber de una botella donde otros han bebido. Todos hemos sido jóvenes (repito). Y la juventud es empezar por el postre. Qué aburrido sería vivir una pandemia como esta en mis años de locura exacerbada. Pero el tiempo pasa, y las cosas ocurren, todos hemos estado expuestos al peligro, pero quizá ahora sea peor. Pobre juventud. Qué pérdida de tiempo más glorioso que ese. Ahora examino cada amistad con lupa, no me fío de nadie, con lo bonito que era compartir una cerveza con amigos, por supuesto, estaba prohibido beber a morro, como se dice vulgarmente. Te pasaban un canuto y te reías hasta de tu sombra. ¡Cuántos peligros he sorteado! Ahora da cierto miedo recordarlo. También, cuántas amistades se han desnudado con el tiempo y has comprobado que no valían la pena. Cómo has encontrado amistades que todavía perduran, es bonito recordar con ellos. Incluso familiares. Lo que parece hoy una familia unida, mañana, en un futuro después, no puede serlo tanto. Cada cuál va a la suya. Me alegro de haber conocido la verdadera cara de algunos familiares, de esos que le hacen creer a tus padres que te quieren, después viene cuando los conoces y no dejan de asombrarte. Dicen que en este año ha habido menos gripe, ya que al llevar la dichosa mascarilla la gente no está tan expuesta. Algunos te pegan la tiña sólo con mirarlos. Pero este post no quiere tener ni una pizca de resentimiento. Siento pena por esta juventud, tener que amarrarse a ordenadores aunque de manera temporal. Pero creo que todo está cambiando, cambian las familias, cambian las épocas, cambia el mundo. 

Capplannetta opina

Para ser un escritor con olfato literario es preciso no tener el olfato del buitre o del zopilote, que tienen buen olfato para la muerte. Pero esto no quita que no puedan tener cierto oportunismo, en muchas profesiones existe esta actitud. Y es que el escritor debe estar bien informado y tener un ideal que no le haga perder el norte (distancia adecuada) y no se debe intentar gustar a todo el mundo con una opinión. Sea ésta cual sea. No se puede mantener el criterio del Like. Nadie tiene la clave del éxito, y mucho menos, la manera de tener éxito literario, por mucho oportunismo que se tenga, por mucho que se escriba para una mente universal. Lo que debe de hacer cualquier escritor que se precie, es no repetirse, no ser resentido, y esto no quita que no pueda tener ambición literaria, pero la humildad es más valiosa que ser una lumbrera de la literatura. Se debe de leer mucho. Pero, en estos tiempos de sobre información no se puede estar en todas. Me rechinan los escritores que andan buscando fronteras, y éstos se hacen preguntas como ¿cuál es la frontera entre un audio de Whatsapp y un podcast? No existen fronteras geográficas en este nuevo mundo pangeista, pero mucho menos fronteras informáticas. La frontera entre un podcast y un audio de Whatsapp es una frontera evidente, pero eso para mí manera de concebir la escritura tal y como la conocemos hoy, no es problema de fronteras, todo depende de para qué usar un formato u otro si este no tiene los tecnicismos de ser una cosa o la otra. ¿Para qué sirve un audio de Whatsapp y un podcast? ¿Se trasmite información en ambos contextos? La respuesta es sí, pues cae la frontera. Es elemental. La cuestión de la literatura que debe ofrecer hoy día es si queremos consumir cultura de masas, cultura de élites o cultura de andar por casa. No nos pongamos filosóficos y tratemos de buscar elementos que confundan desde la estupidez pseudo intelectual, y la deformada manera de hacernos elitistas con estúpidos cuestionamientos sin importancia. Las tecnologías son parte de nuestra vida rutinaria. Es obvio que cada formato, cada aplicación tenga su funcionalidad dentro de los aspectos informativos. Demos paso a la nueva revolución y demos la bienvenida a cuestiones que ahora no tienen un marcado pulso coherente, para acabar trasmitiendo puntos que antes no se podían llevar a cabo. Las generaciones futuras ya marcan una frontera en que conciben la tecnología de manera diferente a los milenials, a la generación anterior que podíamos denominarla generación CD-ROM (generación XP o generación Linux), o la más vieja que es la generación Túrmix, más allá no son generaciones tecnológicas, digamos que juegan un papel centralizado en la revolución industrial. Es necesario que pensemos de manera pangeista, el mundo exige un planeta B, pero es inadmisible tanto esfuerzo paradigmático, es mejor luchar por la ecología y la tecnología. Estas dos vertientes juegan un papel esencial. No es un problema generacional, es un problema de conocimiento.