
Esa cuesta arriba del día a día es lo que más me hace tropezar en mí mismo. Cuando se te cierran muchas puertas y solamente te quedan las ventanas. Vivir el día a día cansa cuando solamente tienes la comodidad de ser algo que no quieres, te cambia la manera de respirar, y te cambia todo el plantel que tienes para resistir. Y me avergüenza tanto decir todo esto, y a la vez lo necesito tanto… Y cuando llegan los días alegres y no los disfrutas con intensidad, ya que no sabes ser feliz. Crees que sí sabes, y te engañas diciéndote a ti mismo qué poco dura la alegría en la casa del pobre, pero es porque la respuesta que te queda, la única respuesta que te queda, es que sólo te tienes a ti mismo, y ese maldito teléfono como hilo conductor hacía el espejismo en el desierto. Que das voces y más voces y crees que nadie puede escucharte. Aunque te escuchan. Ese es el problema. Que a veces desearías tener un público perenne y otras veces reniegas de él, ya que tu natural coexistencia se repite como un plato con demasiado ajo, o un kebab al que han echado demasiada cebolla. Es la mañana repetida, a veces en el sol de invierno te revuelcas alegremente, pero pronto vienen nubes oscuras como borrascas y arrasan tu debilidad de ser errante. Errar, y errar, solamente eres tú ante el mundo, y el mundo es tantas veces aquella cosa que ya no esperas… te dices: -Ten paciencia, no te desesperes, hay miles de ahogados en los vasos de agua. Para ser tú mismo lo primordial es que te quieras, y que quien tenga que quererte, te quiera por lo que eres, nunca por lo que fuiste, tal vez por lo que serás. Te dirán millones de veces eres un tonto, te equivocaste, y otra vez la marcha atrás, te sientes despreciado, hundido y maltrecho. Hay personas que te dicen eres un atormentado, y automáticamente piensas, no soy yo, es por la gente, aunque no es la gente, es la tormenta, y de tormenta cada cuál lleva la suya propia, y cada uno lleva su tormenta, tú llevas tu tormenta. Nos quedan los refugios y las cavernas terrestres, nos quedan esos ratos de paz y de dicha, todos juntos, ese motivo por el cuál todos los hombres nos parecemos, es la paz la bendición.