
Cuando mi padre venía del trabajo desprendía un olor a herrumbre antes de ducharse. No es que eche de menos que mi padre trabaje, sólo echo de menos ese olor a herrumbre, como trabajador del metal que ha sido durante treinta y cinco años (se dice pronto) asistiendo a su puesto de trabajo hasta con gripe. De aquellos barros vienen estos lodos, pues quedó con dificultades para respirar y perdió el olfato. Echo de menos la juventud de mi padre. Ahora no es que sea demasiado viejo, pero recuerdo cuando iba a su encuentro a darle un beso, pues mi padre tenía por costumbre darnos un beso a todos cuando se iba y cuando regresaba. Ahora echo de menos el olor a herrumbre, y su beso. Su beso con esa barba que pinchaba no por lo frondosa, sino por llevar dos o tres días sin afeitarse. Solamente me queda preguntarme, ¿en qué borrachera le rompí el corazón a mi buen padre? Ser un hijo problemático es algo que no me perdonaré en la vida. Me gustaría vestirme e ir donde está él y darle un beso en su barba de tres días y decirle: -aquí estoy papá, he vuelto del infierno, anda, dame un beso y deja de sufrir por mí. Pero se me hace cuesta arriba, ya que está como perro flaco, para él todo son pulgas. Y no es que canalice su sufrimiento por mi muerte a una edad temprana, sino que le diría también: -Papá, no te preocupes, ya se acabó el sufrimiento. Mi padre tiene ahora setenta y dos años, y treinta y cinco en la Unidad Hermética, sin contar el trabajo desde niño, ya que mi padre ha sido un hijo de la posguerra explotado y humillado. Humillado por las serpientes y la carroña que suele haber en los pueblos donde manda uno o varios señoritos. Siento pena por él. Yo a mi padre le debo muchas cosas, pero la más necesaria y que puedo ofrecérsela es la paz ya en los años que le queden por vivir. No sé si serán muchos o pocos, ojalá sean muchos y poder decirle Papirruqui, te quiero, ven a verme o yo voy a verte a ti, te debo tantas cosas buenas que ya no sé cómo agradecértelas todas. Puedo admitir que he sido mal hijo, sin embargo he encontrado una lima de hierro aquí en mi casa y huele a papá, te quiero.