Capplannetta and the Marraquech style tea

Debo de escribir mi libro, antes de escribirlo me sumerjo en la noche, en ella deambulo corrigiendo y corrigiendo, transformando mi libro en legible. Dicen los que saben que hay que leer bien alto, y escuchar el ritmo que contiene la narración. Si algo cojea es que hay que rectificarlo. Pero antes me preparo un té estilo Marraquech. Llevo luchando con este libro desde hace mucho tiempo, y nunca tiene fin. Cuando esté publicado prometo dejarlo tal y como está. Aunque la tentación por añadirle frescura a la historia sea demasiado irresistible. Me gusta eso de beber té mientras escribo. La composición es muy fácil, té verde con hierbabuena fresca. Aunque yo lo haga tal y como aprendí a hacerlo hace algunos años ya. Cuando fumaba porros. El hachís me ponía de una manera que me gustaba pero al mezclarlo con la medicación realmente me ponía que parecía sedado. Se me abría la boca, involuntariamente, también había momentos en que se me caía la baba. En fin, que tuve que dejar el hachís y el dichoso té. Ahora he retomado la costumbre del té estilo Marraquech. ¿Que porqué os digo esto? Por intentar hablar de algo que no sea la escritura. Tampoco quiero hablar de libros. Tengo una época que leo poco. Estoy en las nubes siempre. Cuando recupere la objetividad escribiré sobre otras cosas, ahora sólo hago que soñar despierto. Así no se puede escribir ni leer nada. Menos mal que tengo mi música. He vuelto a escuchar música en español. Aunque tengo ganas de darme una sesión con mis hermanos y beber cerveza, hasta hartarme. Ahora me conformo con los tés. Esto me recuerda a cuando tomaba mate de coca. Orinaba como un borracho, ya que la hoja de coca es diurética. 

Capplannetta y la tasca del Pelos

Lloret de Mar es un pueblo costero en Girona. Ese pueblito es muy bonito, tiene playa y alguna cala poco conocida donde no va mucha gente. Es un pueblo que antaño fue marinero y hace unos años, desde los setenta hasta los noventa tardíos albergaba la mejor tasca de rumba de todo Catalunya. Esa tasca era la del Pelos, el Pelos era un rumbero de los de antiguo copete. Murió hace unos años, y en esa tasca he vivido momentos de regocijo con mis colegas, y he cantado con el Marus a la guitarra. El Marus era el guitarra del Pelos cuando cantaban los dos por garitos y tablaos de la costa catalana. Lloret de Mar siempre ha sido un pueblo mitificado por el rumbero. Los Rumberos Catalanes compusieron una canción fantástica que pueden escuchar en cualquier plataforma, también al Pelos. En la tasca del Pelos no dejaban entrar extranjeros, no entendían la Rumba, y algunos se burlaban de lo que la tasca era, por ese mismo motivo estaban vetados. Recuerdo al Pelos como si lo estuviera viendo. Con su melenita y la cara agrietada por acné en su juventud. Tenía una perra dóberman y en su tasca he pasado momentos de gran diversión. Cada vez que subíamos a Lloret de Mar la tasca del Pelos era nuestro lugar de peregrinaje fijo. A veces te encontrabas con gente conocida del barrio. Era un lugar acogedor. El Pelos era buen tipo. Se le veía curtido por la vida y por el deambular de garito en garito, no tuvo mucho éxito su música. Las letras, a decir verdad, estaban poco trabajadas. Pero tenía voz y el Marus era o es (desconozco su paradero) un tipo extrovertido y amable. Siempre con sus gafas oscuras. Olé por ellos. 

Capplannetta necesita a Capplannetta

Alguna vez me pueden haber oído decir o escribir en negro sobre blanco que la juventud es una enfermedad que se cura con el tiempo. No sé, quizá lo haya dicho otra persona, o lo escuchara yo en algún lugar. Ahora creo que es una equivocación. Ya que la juventud debería ser eterna. Porque envejecer, morir, estas son las dimensiones del teatro. Como dejó dicho Jaime Gil de Biedma. No me parece muy interesante el argumento. La juventud. Dichoso el que la posea. Porque es el verdadero elixir de la vida. La madurez pesa mientras pasa, y cada vez pesa más. Pero con la juventud logras metas imposibles. Cierto es que la acompaña, no sé si decir inocencia e ignorancia, pero las dos valen. La juventud es empezar por el postre. Ese postre delicioso que no quieres que se lo coma otro, verdaderamente la juventud es en parte egoísta, pero todo se perdona, menos la ignominia de hacerle daño a alguien, y que ese alguien no quede maltrecho. Porque la juventud es euforia por vivir y probarlo todo, pero deseas probar y probar, pero nadie habla de la experiencia, ya que casi siempre es mala y traicionera. Capplannetta necesita de Capplannetta porque no quiere ser Casimiro Oquedo Medrado, no porque sienta complejo de parentesco, que no es el caso, Capplannetta desea ser otro y cuando llega a la madurez su yo interior se ha fugado en el tiempo, y ya de adulto lo aborrece, o aún peor, no lo conoce. Y no lo conoce porque ya no quiere recordar quien fue. Le molesta quien fue en su juventud y le avergüenza que lo tomen como poeta. Porque el hecho de ser poeta está podrido por parte de los que lo vieron ser parte de otra cosa.