Capplannetta and my foolish heart

Elegir una canción a veces resulta revelador si es en castellano. Pero más revelador resulta cuando se descubre en castellano una letra en inglés. Les muestro esta canción para corazones sensibles.

My Foolish Heart

Bill Evans

La noche es como una hermosa melodía
The night is like a lovely tune

Cuidado con mi tonto corazón
Beware my foolish heart

Que blanca la luna siempre constante
How white the ever constant moon

Cuida mi tonto corazón
Take care my foolish heart
Hay una línea entre el amor y la fascinación
There’s a line between love and fascination

Eso es difícil de ver, cuántos nombres como este
That’s hard to see, how many names such as this

Porque ambos tienen la misma sensación
For they both have the very same sensation

Cuando estás encerrado en la magia de un beso
When you’re locked in the magic of a kiss
Sus labios están demasiado cerca de los míos
Her lips are much too close to mine

Cuidado con mi tonto corazón
Beware my foolish heart

Pero si nuestros labios ansiosos se combinan
But should our eager lips combine

Entonces deja que el fuego comience
Then let the fire start
Por esta vez no es fascinación
For this time it isn’t fascination

O un sueño que se desvanecerá y se desmoronará
Or a dream that will fade and fall apart

Es amor, esta vez es amor
It’s love, this time it’s love

Mi tonto corazón
My foolish heart

Fuente: LyricFind

Autores de la canción: Ned Washington / Victor Young
Letra de My Foolish Heart © Warner Chappell Music, Inc, Reservoir Media Management Inc

Capplannetta en motocicleta

Cuando era adolescente me compré una motocicleta, bueno, en realidad era un ciclomotor a dos tiempos. Era de la marca famosa en Catalunya Derby, digo lo de famosa porque la sede de esta marca de motocicletas está en Mollet del Vallés. Era el modelo Derby Variant. Mi madre quiso que me la comprara a regañadientes, en realidad el tiempo en el que tuvimos motocicleta yo y mi hermano mi madre fue la que más sufrió. Cada vez que sentía una ambulancia se ponía muy nerviosa. Lo que hacíamos con las motos era muchas veces como convertirnos a nosotros mismos en diseñadores de nuestros propios vehículos. Le trucábamos el motor, la tuneábamos a nuestro gusto. Cuando salíamos los chicos de mi barrio y yo llevábamos a algún chico amigo nuestro de paquete, como se suele decir, ya que sus padres por miedo se negaban a que tuvieran moto. Ponían la excusa de que había autobuses. Aunque, a decir verdad, yo todos los accidentes que he tenido han sido muy cercanos al barrio donde residen mis padres. Una vez nos fuimos a dar un paseo en motocicleta un amigo y yo. El amigo era y es como un hermano, Juan se llama. Paseábamos para vacilar a las niñas y dando vueltas por donde ellas andaban, quemando y malgastando gasolina tontamente, pero en aquel tiempo te daba todo igual. Íbamos este amigo y yo dando vueltas con mi moto por el barrio, y yo llevaba el casco protector obligatorio en el brazo. De repente nos pasamos un semáforo con la luz ámbar y nos arrolló un automóvil que venía con exceso de velocidad carretera abajo. Eran dos chicas. Nos acusaron de pasarnos un semáforo en luz roja y nosotros a ellas de ir demasiado deprisa. Hicimos el parte de accidentes y los vecinos comenzaron a curiosear y se montó todo un espectáculo en torno al accidente. La suerte fue que no intervino la policía local, entonces no había Mossos de Esquadra. Este texto que parece costumbrista y carece de interés viene a colación de lo peligrosas que son las motos, ya que los coches no las respetan. En invierno pasas un frío tremendo. Cuando llueve no puedes ni conducir bien. Pero aquel día, yo y mi amigo volvimos a nacer. Así, como suena. 

Capplannetta y la vanidad

Yo antes decía, así, como el que pretende disculparse ante el pecado de escribir poesía, y hacerlo bien o mal, no seré yo quien juzgue lo que escribo, aunque mi criterio tenga, cosa que en aquella época que decía barbaridades no escribía buena poesía, o no muy bien, lo que se dice bien, no lo hacía. Pero la excusa vomitiva que ofrecía era que escribía para tener un poco de gloria. Ahora me avergüenzo. Lo decía por ignorancia, ya que con el paso del tiempo he comprobado que esa excusa era una mera tontería que atestiguaba mi ignorancia, porque ¿de qué sirve la gloria? ¿Una vez muerto es preferible que hablen bien de ti? Pero el hecho de que hablen esos distinguidos amantes de las letras después de muerto, no sirve para nada. Ya que lo que hablen poco importa, porque no oirás nada ni sentirás los aplausos ni los homenajes póstumos. Escribir poesía es algo sagrado, pero la realidad es que es cosa de pobres diablos. Ya que luchan mientras van avanzando y bregando entre la vida de personas que no son ilustres, y han tenido una vida interesante, quizá mejor que la tuya propia. ¿Para qué sirve la gloria ante la multitud de mortales si no llegarán los ecos al cielo, o al más allá, o a la nada más absoluta? Se repartirán tu nombre célebre unos cuantos que también pretenden fama, dinero, y gloria y para nada servirá sin antes no haber hecho las cosas como el gran señor quiere que hagas las cosas. El éxito no sabe, no huele, no se toca y no tiene sentimientos. La vanidad devora la integridad como persona buena tras el baremo de hechos que hayas hecho en vida para estar en sintonía con el mundo. ¿Qué sentido tiene ser un Cervantes, un Lorca, un Shakespeare si no has sido honesto con los que te quieren o no has sido buena persona mientras estuviste vivo? La vida no es gloria. Las tumbas no retumban. No habrá opiniones, ni tesis, ni teorías que te traigan de nuevo al mundo. El Eclesiastés nos dice de que todo es vanidad y de que no hay nada nuevo bajo el sol, y es cierto. De nada sirven las apariciones en los libros de historia, es caer en un agravio de vanidad putrefacta pues siempre, o casi siempre, se suele hablar bien de todos los muertos, a menos que hayas sido un tirano en vida, y para eso el gran señor sólo puede juzgarte. Y todos alguna vez pecamos.