
Si me preguntaran alguna vez cómo quisiera que fuese mi biblioteca diría muchas que he visto en televisión. En la mía no he contado los libros que tengo, ya sea en cajas o en anaqueles, pero si me hicieran esa pregunta diría tales como la de Bernardo Atxaga, es inmensa, también la de Joaquín Sabina, la de Alaska, o la de Mario Vargas Llosa. Pero si me pongo espléndido diría que la Biblioteca Nacional de Madrid. Sé que es pedir demasiado pero también tengo amigos con magníficas bibliotecas repartidas por todo el territorio español, y ese es mi amigo Juan A. Herdi, también quisiera visitar, al menos, el almacén de mi editor en la editorial Vitruvio, en Madrid, debe ser una experiencia de verdad alucinante ver toda la poesía que este hombre almacena, tanto como de su autoría como diversos poetas. Y también, la biblioteca que heredó de sus padres, que debe ser tremenda. Yo de mis padres he heredado pocos libros, pero los libros que he heredado tienen ese olor peculiar debido al polímero de la lignina, que es a como huelen los libros en las librerías de viejo. Otra biblioteca fascinante debe ser la de Luis Alberto de Cuenca. Hay muchas bibliotecas fascinantes, pero recientemente vi un vídeo de como andaba Umberto Ecco por su biblioteca y era un verdadero laberinto. Otra biblioteca interesante la de Antonio Escohotado, también la de Luis Landero. Una biblioteca que debería ser fascinante es la de Octavio Paz, y fue, lamentablemente, pasto de las llamas. Fue tanto el dolor por incendiarse su biblioteca que cayó en una depresión. Ahora una librería en formato papel es hermosa, pero librerías hermosas son también las de formato EPUB y PDF, aunque estás no puedan quemarse no huelen, pero son mágicas.