Capplannetta y las danesas

En los San Fermines del año 2000 conocí a dos danesas bellísimas. Estaban de mochileras por España, al parecer empezaron por el postre. Primero bajaron al sur y después Madrid y luego Pamplona. Pero las chicas residían en un apartamento en Cornellá del Llobregat (Barcelona). Una se llamaba Nina y la otra Katty. Hablaba con ellas por signos o mi escaso inglés que, sin duda, desde aquella época se ha enriquecido. Las llevé a casa de mis padres y comimos paella y mi madre les hizo gazpacho andaluz, ya que era verano. Les encantó la comida, mi madre es muy buena cocinera. Después fuimos de vuelta a Cornellá y me dio una de ellas su email, le escribí un par de correos pero ahí se acabó mi historia. No hubo ni sexo, ni fiestas (salvo San Fermin) y no hubo apenas correspondencia. Recuerdo mi inglés desastroso, y las confusiones que les hacía pasar por lo mal que hablaba yo inglés. En una conversación les dije que tenían aspecto de chicas Playboy y que sólo le faltaban ears of rabbit y lo pronuncié mal, qué digo mal, horrible diría yo, y fue tan así que entendieron orejas de rabioso, o sea, pronuncié ears of rabish y hubo una confusión excelente entre ellas y yo. La verdad, soy un desastre en el inglés, ahora un poco mejor, pero por aquella época me remonté a mis pocos conocimientos que tuve en las clases adicionales de inglés a las que mis padres me apuntaron. En esas clases no aprendí apenas nada. No por culpa de la profesora, sino mía, la profesora me lo advertía: -Casimiro, aprovecha y aprende, que tus pobres padres están gastando un dinero para nada. Ahora me arrepiento, pero ya es tarde, tanto sacrificio sin ningún aprovechamiento. 

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