Capplannetta y zero que te espero

El cero a lo largo de mi vida ha sido mi número más fiel. Cero en matemáticas, cero en catalán, cero en ciencias sociales, cero en ciencias naturales, cero en informática, cero en lengua castellana, y en gimnasia un cinco pelao. No es una cosa de la que sienta orgullo. De grande, tras pasar un tiempo hartándome de comer, cogí diabetes, y tuve que tomar Coca-cola zero, mi cuenta corriente también es fiel al cero. Hasta que un día puse el internet en casa no imaginaba que me acompañarían unos y ceros en mi sistema operativo cifrado, después usé Twitter y siempre cero Me gustas, también en Facebook y en Instagram. Es una cosa que no me preocupa. A sabiendas de que mi vida está plagada de ceros tengo un coeficiente intelectual por encima de la media. A mí no me pueden decir que no sé hacer la o con un canuto, pues hago os de humo cuando me aburre hasta fumar. Lo que es importante que diga, que no me gusta la cerveza 0’0 alcohol. Tomo Pilsen, rubia Pilsen. No suelo creer demasiado en las cábalas ni en los números como símbolos, aunque sí, como a los chinos me repele el cuatro, aunque vivo en un bloque cuatro. El cuatro para los chinos significa desgracia y es un número de mala suerte, pero yo soy cero supersticioso. Me he pelado muchas veces al cero, y mi hermano opina que parezco un enfermo, y ahora me lo corto al dos arriba y al uno patillas y nuca. Pero me encanta el hachís doble zero, como diría Bart Simpson, me multiplico muchas veces por cero. Debería jugar a la lotería con algún cero entre los cinco números, en fin, mi historia con el cero es una verdadera historia de amor, historia verdaderamente duradera.