
Se escriben poemas con regusto a rima redonda, onomatopeyas en silencio de dos cuerpos desnudos, amándose, mientras tanto nos pasa y nos pesa la vida, desde luces de neón de cines, de teatros, de discotecas, marquesinas encendidas en la Nocturnidad del lánguido paseo por los bulevares del centro, es como un Times Square de sueños imposibles, como un Gran Vía-Callao infinito, aunque he sudado en algodones en mi Torre-Romeu, mi barrio de extrarradio, ahora tengo una vida tranquila, salí y sobreviví a la noche tras pisar descalzo unos cristales, sobreviví al día, a todo lo que viví y seré, como parte de la diferencia estigmatizada. Elijo mi logo, hago un matasellos, y una marca de agua, ¿pero mi estigma y la gente? ¡Dios mío, parece que estreno ropa! Yo que creía ver crecer la hierba a mis pies y he visto la ruleta de la vida hacerme perder mi apuesta, verso a verso es la oportuna metáfora al poema, aposté mi luz de luna por una jugada siniestra, contradecía consejos, me dejé llevar por nostalgias, cada día son distintos mis despertares. Aún puedo decir que tengo amigos, pero me perturba una negra sombra con la que me acuesto y me levanto. Y ahora publico un libro con mis poemas y canciones, no sé si ésta vez serán redondos, lo que sí sé que están escritos desde el corazón, he tenido mala suerte, enfermé y ahora hago acopio de ciertas cosas que me separan de la vida, ¡y para colmo una pandemia! He escrito los poemas a lo largo de un trayecto tenue, trayecto empujado por la indiferencia ante la vida que estalla afuera. Ahora empiezo a vivir, espero que estos poemas míos, escritos desde la noche silenciosa, no caigan al vacío del silencio y estén vivos en las pupilas de los lectores Vitruvianos.