Capplannetta y la necesidad

Se ha escrito mucho sobre las necesidades precarias que han sufrido algunos de nuestros escritores de renombre, tanto de España como de Latinoamérica. Es importante decir que es triste en cualquier persona las necesidades en productos de primera necesidad, hecho que se está viendo en los anaqueles de los supermercados venezolanos, como también en Cuba, pero esto no debería decirse que es una aberración propia de sus gobernantes, sino del bloqueo que sufren estos países cada uno en sus particulares circunstancias. Recuerdo la anécdota de que Juan Carlos Onetti vino a España, él y su mujer se guardaban los panecillos para la cena, panecillos que podía coger quienes le apetecieran, ya que eran actos sobre literatura, donde la necesidad de este escritor hacía cierto acto de presencia guardando para la cena esta comida que seguramente fuera a la basura después del acto. En otras ocasiones también se ha hablado de la necesidad sufrida por Gabriel Celaya al final de su vida, hecho que me lleva a decir aquello de “las vueltas que el mundo da”, ya que él tenía una empresa familiar que fue a la ruina, como tantas empresas que entran en banca rota, pero como de la poesía no se vive, aunque sea está un arma cargada de futuro muchos poetas pasan por distintas necesidades, a veces la soledad, otras el ostracismo, y otras tantas otras la necesidad de llevarse algo a la boca, otros poetas en menor consonancia con el de la literatura, y sí con el mundo de la escena musical, como era el caso del Gato Pérez, lo llamaban telefónicamente acreedores, ya que Gato Pérez estaba plagado de deudas. Implico a la figura del Gato Pérez porque yo sí lo considero un poeta, tal vez por lo magnífico de sus letras. 

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