
No me gusta comer callos, sin embargo yo tengo dos callos muy certeros en cada extremidad. Se puede tener callos de trabajar conduciendo un camión, se puede tener callos de rozar varillas de hierro trabajando en encofrados, se puede tener callos trabajando de feriante, se puede tener callos de trabajar de chatarrero, pero no se puede tener callos de hacerte pajas, la dureza de la carne no es sensible a la dureza de la vida, a no ser que tengas callos en el corazón, al hacer de chapero en un antro, en la calle, la oscura y fría calle, también se tienen callos de cocinar anticuchos en plena calle, como si las cañas cortadas pincharan en el sazón de un corazón de ternera. Yo tengo unos callos distintos. Callos de pincharme día a día detrás de los cañizares, en los sótanos, en los trasteros, escondido, siempre escondido. Como si fueses un maldito que se esconde de la migaja y la salpicadura, de la mañana preñada de aurora, de la gente que te confisca y te juzga la palabra como un triste don nadie al que le supera un don dinero. Callos, durezas, rozaduras, llagas, estigmas, aunque nada de todo eso venga acompañado de las palabras sagrado, felicidad, prosperidad y ambulancia, las ambulancias sí acuden, a por ti, puto yonqui enajenado. Puta escoria sin futuro, puto hijo plagado de maldita desesperación. Tener callos en los brazos no es malo, también tienen callos Los Santos y los beatifican como a dioses del lamento. Callo, en cada brazo, un día pruebo una vía y al otro día pruebo con otra, y pasa el tiempo, y te salen mordazas en la carne, esa carne tuya, nacida de tu vientre, madre, callo, piel que se resiste a ser blandura, resplandor de sangre persigues contumaz y ebrio de ceguera, ¿para quién tu callo que cicatriza? ¿Para qué esa secuela como un zapato desgastado? Llagas también tiene el eccehomo, llagas y callos tiene un vía crucis de los peregrinos a pie, llanta que golpea en el bordillo, coágulo que exige suyo la ceniza, comparación ferviente de la noche sin sueño, emperatriz puta que ignora a la corte de castrados, gusano de resentimiento quien deja en paz lo ya tan muerto, madre de los perdones, entera de sufrimiento y lágrimas que no salen, maldición prieta de sístoles y diástoles que no se ven en simples cardiogramas.