Capplannetta y Juan A. Herdi

He hablado algunas veces de mi amigo Juan A. Herdi, hoy no lo voy a halagar ni voy a vapulearlo. Hoy voy a hablar de las diferentes maneras que tenemos de hablar los dos siendo él vasco y yo catalán con raíces andaluzas. Al tener acento andaluz, porque señores, yo soy auténtico, y hablando parezco de la Andalucía Este, de donde es mi madre, mi padre es de Sevilla, otro acento distinto, Andalucía es muy rica en todos los aspectos. Aunque aún lo es más Catalunya, pero yo me considero español. Digo esto porque él siendo vasco su acento es más castellano, el mío también, pero me refiero a que él sesea y yo me como las eses. Me he dado cuenta que en nuestras conversaciones telefónicas él está más surtido de palabras, ya que es un latinista. Sin embargo yo, menos leído que él, todo hay que decirlo, mi manera de hablar con mis conocidos es mi manera de hablar materna (repito). He notado montones de veces que no entiende bien lo que digo. Me ocurrió una vez, cuando él residía en Barcelona, que fuimos a un bar y tomamos cerveza, y ninguno de los dos habíamos comido, y se le ocurrió tapear en el bar de un tipo que parecía o sevillano o de Cádiz. Pedimos patatas bravas, y croquetas caseras, y se le ocurre preguntar al amigo que de qué eran las croquetas, y el dueño del bar, muy garboso, le dice: -De cosio, (cocido andaluz que se hace con la pringada de ternera, en algunos sitios le echan carnes de porcino) y Juan A. me dice: -¿De qué ha dicho? Y yo que sí lo entendí le dije con mi acento:  -¡De  cocido! Y él reía y se fue encarado a la pitanza, porque es un buen Gourmet, nos echamos unas risas y nos fuimos con la música a otra parte. Pues a lo que me refiero que él es un gran lector pero de Andalucía conoce poco, y lo entiendo. A veces no nos entendemos ni los propios andaluces y descendientes. Pero una cosa que sí tiene es que es un gran conversador, de aquellos de los que se puede hablar de cualquier cosa, aunque él odia el fútbol, los toros ni fu ni fa, aunque él es bilbaíno, donde está el Atlético club de Bilbao, y la plaza de toros de Vista Alegre, la más exigente según solía decir Ernest Hemingway. 

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