
Si ves un Capplannetta por la calle (cosa extraña) no lo turbes con alguna impertinencia, tampoco lo mires como si hubieses visto a un extraterrestre, él sabe que es diferente, por eso se aparta de la manada, le gustan las amistades discretas con respecto a su presencia. No es famoso. Es un ser que puede llegar a ser tu padre, tu amigo, tu hermano, o incluso tu hijo. No es raro, tan sólo es distinto. No es tonto, aunque a veces se lo haga, no es rico, es rico en espíritu. Tampoco es alguien especial, no es ni mejor, ni peor que tú. Seguramente notes cierta inquietud en vuestro primer encuentro. No le gustan las fotografías. Es normal, aunque tenga esa tremenda barriga. Aunque parezca sedado, no es un loco. Tampoco es un marginal. Es habilidoso en los temas que le interesan, es perspicaz, las coge al vuelo, aunque a veces parezca un inocente, no lo es en absoluto. Su enfermedad no lo diferencia de usted (lector) en ninguna circunstancia. Toma cinco pastillas al día. Se interesa por los antiguos amigos, aunque huye de los entierros y las pompas fúnebres. No le gustan las multitudes, tampoco exhibirse en público, no le gustan las plazas públicas, le gustan los bares con poca o ninguna clientela, puedes verlo por la calle a horas intempestivas. No te asustes si lo ves en pijama, no creas que no te conoce porque no saluda, ya que espera que lo saludes tú primero por si no lo reconoces. Hace años que no lo verás en la biblioteca, ya que lee desde su tablet, no lo verás en las reuniones de su comunidad. No te asustes si no te abre la puerta, no ha muerto, está escuchando música.