Capplannetta crea y recrea

El momento de cuando se está creando un poema vale por un millón de oraciones dedicadas a los dioses. Cuando digo que creo es porque es verdad, creo artefactos verbales junto a adjetivos. La composición de un poema es un misterio indisoluble, el momento de la creación es sagrado, la inspiración es un trámite entre tú y las musas, dueñas estas, de la riqueza de metáforas e imágenes tras la palabra escrita. Cuando digo que recreo es referente a mi trabajo plástico. Se pueden unir imágenes por mezclar cosas con otras a modo de mixtura o collage donde la intención es siempre buena, me gusta que cuando creo una mixtura sea nítida, limpia, como piezas encajadas en un puzzle, un puzzle de imagen y de poesía que rezuma de subyugación para aquel que la esté leyendo, interpretando, redescubriendo. Crear y recrear llevan una connotación distinta aunque estas sean palabras que se parecen, pero no dicen lo mismo, para mí hacer mixturas o collage es un juego como el que pega cromos en un álbum. Es pura diversión. Muchos se van de bares o restaurantes (ahora menos) y se recrean de esta manera, el DJ crea ambiente bailable, el público se recrea, son dos formas paralelas y distintas de hacer las cosas que nos gustan. Unos danzan y otros dan ambiente, así funciona el show business. 

Capplannetta y los pasos enclenques

Siempre he desconfiado de la gente segura de sí misma, prefiero a los inseguros. Son más divertidos, a la vez que no son ningún peligro para la integridad física y mental de otro inseguro como lo soy yo. Hay todavía gente que denomina a los inseguros de sí mismos como tóxicos, yo no lo creo, quizá estén sobrepasando ese baremo de debilidad e inestabilidad psicológica que en las películas se tornan héroes o protagonistas atractivos, pero un ser con seguridad es aburrido, tiene aires de llevar el mando en cualquier situación, pero a veces el mundo da un giro de 180 grados y entonces la seguridad se vuelve fachada, repleta de farfolla, fanfarronería, y el calco reflejo de que la seguridad es una pose insegura, valga la redundancia, pero ésta es totalmente un postureo. El ser humano es feble, y por ende, veo más pureza en las personas que ejercen su gesta como blandengues, que todos aquellos que tras una armadura pesada se mojan los bigotes en la leche e ignoran lo que a ellos les hace débiles para esconderse en la coraza defensiva. Por que todos tenemos un lado oscuro o una debilidad inconfesable, todos sabemos que confesar las debilidades es un mal asunto, pero peor es ir de duro y prepotente. 

Capplannetta en la carretera

Tengo un poemario publicado en formato PDF en este blog que se llama Poemas de asfalto y velocidad. Al parecer, y como indican las visitas, tiene sus lectores en México y en España. El poemario está escrito desde mis experiencias como conductor de furgoneta de reparto para una empresa pequeña de mensajería, no cobraba ningún dinero, lo hacía por distraerme aunque si me pagaban la gasolina. Gracias a esos repartos conozco muy bien las calles de Barcelona, que con la guía del callejero de Barcelona (ya que en ese tiempo no existían ni móviles ni GPS) me la recorrí de norte a sur. Fue toda una experiencia nueva para mí, la carretera tiene su picardía que se demuestra aparcando y yendo al volante. En Barcelona los coches de grúa municipales están al acecho de cómo aparques la furgoneta, también la Guardia Urbana, tienes que ser habilidoso, pícaro y rápido. Y luego está el tema del tráfico, tienes que ser ágil y astuto. Moverse por Barcelona con una guía del callejero antiguo tiene su punto de aventura. También con esa misma furgoneta he hecho el trabajo sucio de chatarrero, y de esa experiencia como conductor por Barcelona y alrededores la traduje en ese poemario, que es como una metáfora oportuna para con la vida y sus baches, averías y destinos a veces no completados. Era una furgoneta vieja que me compré por unos 600€, que en aquella época eran pesetas y serían 100.000 pesetas. En aquella época era dinero, aunque ahora parezca porca miseria pero en aquella época era el salario de un mes. Recuerdo los caminos que anduve, las aventuras que viví, y los momentos de estrés y presión decido al tiempo, ya que el tiempo no espera, quien espera es el recibidor del paquete. Lo pasé muy bien en aquella época, recomiendo que lean el poemario en este mismo blog, disfrutarán leyendo.