Capplannetta y los perfectos

Existen personas a las que, no sé si por afortunadas, o porque éstas son tontos de remate, se les puede endosar el adjetivo de perfecto. Y no es que sean perfectos porque son destacados entre los mortales, son perfectos porque son superficiales, dan culto al cuerpo, a sus cuerpos, y todo lo que esté lejos de su visión superficial del mundo para ellos es motivo de risa, también se puede dar el caso en el apartado intelectual, pero éstos, aunque pedantes, no dan tanto asco como los perfectos superficiales. Su perfeccionismo parte de clichés y estereotipos todos basados en la televisión y las buenas costumbres que han adoptado de familias que con el tiempo se vuelven putrefactas, gozan unos años de tiempos inolvidables, de amores intensos, de prosperidad basada en espejismos y con cierta fecha de caducidad, que a ellos, no les preocupa bajo ningún concepto, se ríen de los gordos, de los que piden limosna, se ríen de los débiles, como también se ríen de los que no son como ellos. Éstos son inmortales, y proliferan como plagas a las que los menos guapos, los menos todo, estamos castigados de por vida. Son tan creídos y remilgados, que parece que tengan una mierda debajo de sus narices permanentemente, y esto les hace pensar u opinar que los desgraciados somos los demás, pero éstos están tan sugestionados por la tele basura y el adonismo cutre de la publicidad que en playas, piscinas y otros lugares de ocio, son asiduos haciendo el postureo repetitivo de hacer fotografías o selfies como si de una postal se tratara. Se hacen fotos con poses mirando al mar, como que en están en idílicas playas en familia para presumir de que tienen un alto nivel de vida, y lo que sí tienen es unas deudas que reactivarán para diciembre y en dicho mes la postal de rigor será otra con una bonita sonrisa y el resultado de una familia feliz aparentemente. 

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