Capplannetta se revuelca en el salmo verdadero

El Salmo Verdadero proviene de unos textos que leí del gran poeta Antonio Machado, en el “salmo verdadero” me gusta revolcarme, ¿que porqué lo digo? Porque según Machado es la verdad suprema que tiene el pensamiento libre sin «coitus interruptus» que emerjan desde el exterior. Es el hecho de estar tú solo o en compañía, en sintonía con la verdad sin cortapisas. Cuando se goza del “salmo verdadero” se halla el cuerpo en total paz que emana efluvios. El “salmo verdadero” es una Pangea sin límites ni fronteras, es fértil y está plagado de dicha y plenitud. Podemos afirmar que Salmo Verdadero es aquello por lo que los hombres completos e incompletos luchan y sufren sus rutinas diarias. Es aquello que buscan las gentes para en éste revolcarse como en un pajar para entregarse uno a los deleites del amor, o es la paz verdadera de cuando se lee una galaxia renacida de universos compuestos por ilusión efervescente, y legítimas auroras verdes, que con su Luar extremo en la noche de los tiempos parte con la alegría nuestro rumbo indómito, repleto de naufragios y guerras molestas que se hunden en el interior de nuestros sueños y despertares. De, también, nuestros corazones de río susurrando el milagro del agua en movimiento, agua que corre desde el manantial de la cordura. De la legítima cordura que todos merecemos. El Salmo Verdadero es tan sagrado como el agua que ha de beber el ser humano, es la percepción, la luz de gas, la fuente como figura de un florilegio alucinante, el “salmo verdadero” es el hermoso canto puro de las palabras que no son palabras, de la dicha cuando es verdad. No es agua estancada ni presencia que no lo apague, es la brisa en la orilla del mar y la vocación que los ángeles manchados pierden, es el desflorado momento de los sueños en calma, es la mixtura limpia, lisa, consagrada a la libertad, la libre idea, la carne desnuda despojada del afuera, del futuro presentido. 

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