Capplannetta y la prisa cronometrada

Prisa en la desesperanza, es un artefacto que se descompone. Un atril en un teatro antes de comenzar la función, una rodilla que cruje de tuétanos y sangre coagulada. Todo esto son retazos de recuerdos que se esfumaron en el olvido. Simular paciencia cuando estás desesperado es una autocrítica de preámbulos por las que derramarte, por el esperar mientras ayuno. Busco un lugar hacia donde ir. Un sitio en el que presentar mis credenciales, ya que no tengo lugar donde presentarme, y mucho menos, donde presentar credenciales. Quisiera encontrar a alguien que me dé una carta de recomendación, pero no dispongo de grandes proezas, nunca fui un buen empleado, ni soy ciudadano ejemplar. No digas que este poema en prosa se abre de pétalos como una flor, basta, para mí ya se acabaron los poemas escritos en la arena del mar, para mí ya se suicidan los largos poemas con una promesa mundana. No quiero engañar al lector con costuras, ni con bisagras ni cerrojos, quiero ser yo, aunque tenga la prisa de aquel que tanto me hizo esperar por una dosis de veneno. Ni las plegarias se han hecho para mí, cada vez me acerco más a escribir la última elegía, todos escriben sus memorias, yo me olvidé de mi pasado, ahora que me he hecho un hombre bueno, ¿me queréis devolver la libertad que era tan mía? Y la respuesta es no, prendieron fuego a mi paraíso, mientras yo vegetaba con la carne de mi primer orgasmo de primavera. 

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