
Te regalé unas gafas de sol Chanel,
jamás tuviste tanto oro,
como yo te quise mi madre también te quiso,
quizá debí regalarle las gafas a mi madre,
a ella también le gustan los regalos,
las blusas de seda, y las pulseras Pandora.
Te puse corona de anfitriona
y traías a la casa de ambos gente extraña.
Dejé los antipsicóticos y los ansiolíticos
abandonados a su suerte,
me puse a traficar con palodú
mientras me dabas sopa por no tener dientes.
Todo era de un color beige en tu vestidor
y lucías pijamas de lana gruesa grises como humo.
¿Qué cruel beso te di que dejó tus labios helados?
Me contestaste Poco Hombre,
tú sabrás qué no habrás besado.
No besaste mi cuerpo de piña desnudada,
y te pusiste a bucear por el cuarto,
dijiste que te ahogabas en el pantano
mientras yo me sumergía y me llevaba la corriente
por poemas todos ditirambos.