Para dar un salto mortal lo más necesario es tener un público. También es preciso decir que no todos los saltos mortales son iguales. Un verdadero salto mortal es más espectacular cuanto más huevos tenga. Hablando en plata. Es cuestión de público y de cojones. Estás preparado para dar el salto mortal pero a última hora tienes un ataque de pánico, sabes que no puedes tomar ningún tranquilizante, porque si no sería un aterrizaje a los brazos de Morfeo a lo bestia, sería algo brutal, como si al tirarte al colchón te dieras una hostia suprema. Resulta que con tranquilizantes sería como marcharte a la cama, un salto mortal como Dios manda debe de disponer de mucha valentía, debes ir vestido con ropa cómoda, una capa blanca con lentejuelas y un antifaz también blanco, ya que es importante que nadie te conozca lo más mínimo. Te subes al trapecio, allí te espera el compañero trapecista que dará el salto contigo y te sujetará. También está la otra opción de dar el salto mortal por una rampa gigante conduciendo un vehículo como un coche. Bien, ya estás preparado para dar el salto mortal, todo el mundo está expectante, les da igual como si sales indemne o te partiste la crisma saltando, el público está sediento de acción, te dispones para dar el salto y viene hacia ti un gato negro, muy negro, y a ti como no eres supersticioso te da igual, estás en el punto de salida y estás preparado para coger velocidad, de repente te vienen súbitas ganas de ir al baño, te pregunta el representante, que son ganas superiores o menores y tú le contestas que las dos. El representante está decepcionado, entiende que estás acojonado y no quieres dar el salto mortal, ese que te hará famoso, el que te catapultará al éxito de inmediato, de repente sales del baño. Concienzudo, el público ya se está cansando, de repente das el salto, te abres camino hacia la otra rampa que te espera al otro lado, parece que llegas, llegaste, pero no, caes en medio de un lodazal, pero lo has intentado, ¿quién sabe? Es tu primera vez, nada sale perfecto la primera vez, te dan un premio de consolación, de repente te pones a llorar y te preguntas: -¿para qué sirvió jugarte la vida? Fracasaste dando el salto mortal, aquel que te llevará a la fama, el que te catapultará hacia el éxito inmediato.