Capplannetta desde su confinamiento

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Afuera llueve pero cuando la acera está seca la ciudad es un fantasma. Calles desiertas se empeñan en no soportarnos el escupitajo, las aves median entre las calles y el cielo. Le pido a Dios que no me empañe la paz  y que a los míos les proteja de este bicho traicionero. Tengo planes de futuro: viajar a Chile, ver galaxias en las páginas de un buen libro, comer porras con chocolate hasta embarrarme la cara; no existe refugio en ningún corazón de estas calles vacías que corazones no ve, insiste en no verse engalanada de personajes que preparan verbenas y gozan de silencios estridentes y cloroformos desde desmayos ocasionales en las plazas públicas, rincones éstos, donde ni los gatos se oyen gemir tras escocer a una gata, ni se ven a las pelusas en remolinos de vientos superfluos, guerra de clorofila en las coronas de hierbabuena para coronados héroes de la sanidad, carruseles de auroras desde soles noveles que sienten vergüenza porque su perro no les conoce todavía, suspenso en la metáfora de espejos frente a frente. Cuando termine esta pandemia iré a casa de mis padres a comerme un arroz con conejo, que me perdone Roger Rabbit, incluso Bugs Bunny, y los conejitos de Pascua. Estas calles desiertas son un mar de silencio, salvo que no pase algún conductor con su coche solitario en este mar ambiguo de paseos con mascota y sombrero Panamá, y gente sola que va a comprar productos de primera necesidad, no se tercia la verdad de la vida en lo que se conoce como el ruido del trasiego, no se escuchan los mundialitos de los chavales rompiendo zapatillas deportivas y revolcándose en breves campitos de césped. No se siente el GOL sostenido de los niños con los brazos en alto y el choque de manos, pues ya no se juega en equipo por un tiempo, ya sea corto o largo, tampoco el ruido del columpio hará acto de presencia, no se sienten los árboles mover sus ramas ni con el viento, la calle es un desierto, llueva finamente o con calor primaveral. Inventémonos patrones del sueño para cuando acabe la cuarentena. Si no daremos positivo y ya no podremos ver las estrellas rodeados de virus e infectados despojos que se exhiben entre tanta reclusión de cartulina.

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