Capplannetta y la Noche Vieja

Brewed in Percolator

Estaban reunidos la hija mayor y un hermano menor cuyos progenitores eran un hermano de Capplannetta y su cuñada, también estaban los padres de Capplannetta y también Capplannetta en la casa de los padres de éste, ladraba el perro incansablemente, ladraba y ladraba, se atrevió a decir la sobrina de Capplannetta: -Es por los petardos. La madre de Capplannetta contesta: -Pues vaya fin de año nos espera. Capplannetta responde dirigiéndose a su hermano y su cuñada: -No tienen bastante con jodernos en San Joan que también lo hacen en Noche Vieja. Responde su cuñada: -Son extranjeros, para más señas sudakas. La madre añade: -Sí, tienen esa costumbre en Noche Vieja. Interrumpe el sobrino de Capplannetta: -¿Por que llaman así a la Noche vieja? A lo que el padre de Capplannetta y abuelo del niño responde: -Tiene que ver con la religión y el orden en que ha ido evolucionando el calendario cristiano con los días y con sus noches, el calendario cristiano que es solar, no como otros, que son lunares, y contamos así desde el nacimiento de Jesús según la religión católica, que es la que nosotros profesamos. Contesta el hermano de Capplannetta: -Los padres educan, los hijos aprenden, y los abuelos les enseñan. Asiente Capplannetta y comenta: -Yo sé que es costumbre sudamericana porque los familiares de Ella lo hacían, también por lo que ellas hablaban (refiriéndose a su ex familia política). Los perros lo pasan mal, se alteran mucho y dicen que oyen tres veces más que una persona, por eso son tan buenos vigilantes, eso, y el olfato, que lo tienen súper desarrollado. La madre interrumpe a Capplannetta: -Cierra la puerta para que el ruido sea menor. Capplannetta hace caso, cierra y el perro empieza a andar ligeramente y a mover su cola. Contesta la sobrina de Capplannetta: -Sí, mira como ha cambiado, ese ruido de petardos debería estar prohibido, no es justo que vengan con estas costumbres a nuestros países, nosotros petardos en Sant Joan y punto. Capplannetta responde: -Anda niña que te has quedado a gusto. Déjalos que se diviertan, además, la noche vieja se vive cada uno como quiera vivirla sin hacer daño a nadie. Si comenzamos a prohibir nos quedamos sin nada. Además, sólo si te has adentrado en Latinoamérica puedes entender el desarraigo de esa pobre gente, están a miles de kilómetros lejos de su casa, no creo que comprendas lo que significa ser parte de América Latina, de la raza como se decía antiguamente en Centroamérica, América Latina es inmensa. Eso hay que vivirlo, solamente el que se adentra a los océanos que la rodean, la inmensidad del Amazonas, su selva, la sierra y su gente con los mofletes colorados por el sol bendecido por los Andes, su sabor, su flora, su fauna, son tres pilares de una gran virtud. No sé porqué pero algo me llama allí, los guacamayos en las ciudades, los mangos de miel, la lúcuma madura, sus riquezas son inmensas, pero debemos respetarlas, porque son prestadas, son un bien que se debe dejar para futuras generaciones en las mismas condiciones en que lo encontramos. Así, con ese concepto de hombre, la tierra y los animales, el planeta se salvará. Está bien que no quieras que tiren cohetes por lo que sufren los perros, pero… le cortan replicando y le dice la cuñada a Capplannetta: -Todo ese rollo que soltaste está muy bien, pero primero está la gente del país y después los extranjeros, y ese perro es español. No empecemos con patriotismo con olor a rancio, reprocha Capplannetta. La madre de Capplannetta hizo señales a su hijo, Casimiro, no empecemos, sí, tienes razón. Un largo silencio desplegó su manto gris por aquella sobremesa española, de fondo se oían los petardos y el perro ladraba, y Capplannetta recordaba Noches Viejas pasadas.

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