Recuerdo el año 1995, y sobre todo recuerdo el mes de agosto de ese mismo año, por aquellas fechas yo bajé para Sevilla, y estuve en el pueblo de mi padre, llamado El Ronquillo. Por aquella época yo bebía alcohol y fumaba hachís, y en ese pueblo pasé unos días que tuvieron cosas buenas y otras no tan buenas, las denominaría como desavenencias con alguna gente. Al parecer mi gente cercana estaba preocupada por mi riesgo de próxima locura, y recibí consejos, advertencias y reproches sobre mi vida de punkarra de medio pelo, ya que en esa época yo tenía un cuerpo delgaducho y me parecía (según decían) al bajista de los Sex Pistols Sid Vicious. Mi manera de vestir y mi vida desaforada hacían pensar que tenían razón. No era mi intención parecerme a Sid, tampoco trataba de imitarle, pero en ese pueblo pequeño daba la nota. Lo siento por mis padres, pues no lo pasaron bien, recuerdo hechos que ocurrieron en esos días que han repercutido en mi vida para siempre. Aunque yo, cámara en ristre, hice unas magníficas fotografías tanto en el pueblo como en Sevilla capital. Me reencontré con la niñez de mi padre, pero a él no le gustó que fuese yo a su pueblo sin mis padres. Quizá de otros males que no diré me hubiese librado. Pero la vida habría que vivirla naciendo dos veces, aunque algo que no sé explicar nació en mí desde aquel agosto de 1995, es un misterio, cuando llegué a casa de mis padres me compré un cuaderno y comencé a escribir, hasta ahora.