Capplannetta y el irse poco a poco

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Yo pensaba que mi futuro era la luz de los trajes de lentejuelas, los domingos en el campo, el café con magdalenas, yo pensaba que eras para siempre y que te terminabas cuando la fiesta acabase, yo pensaba que me querías despacio, sin prisa, que el dinero era una herramienta con la que se suplanta al tedio, yo pensaba que comeríamos perdices, y que nuestro cuento no acababa nunca jamás, yo pensaba que no había problemas con venir a trámite, en luchar contra reembolso, en reírnos de nuestros apellidos, y mearnos en la burocracia de los meapilas, así, así, como mear a la corriente eléctrica, yo pensaba que no te irías de mi lado, y que no te convertirías en estatua de sal al mirarme ya vacío, te hiciste de ceniza y te esfumaste con el viento, y a mí no me llevó porque llevaba piedras en los bolsillos del sueño, yo pensaba que repartías dulzura y que no me empalagaría tanto azúcar en este fragmento de tiempo amargo, ya no acudo a los simulacros de sexo duro, ahora consumo porno duro, o me hago un harakiri amatorio o hago un casto celibato, que me persigue como un amante idiota, ya no creo que las mariposas sean pétalos voladores, ni que duran tan solo un día, creo que se marchitan poco a poco, como el irse poco a poco, que también es quedarse más o menos, el irse poco a poco, marchitarse lentamente, desperdiciarse como un amigo que te valora y tú le das la espalda, como abandonar un plato de macarrones a la boloñesa, como ahogarse en un charco que separa dos ciudades, la una junto al marcharse, la otra junto al abandono.

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