Además de la deforestación, la pobreza del mundo producidas por las desigualdades y el cambio climático nos queda un mundo cutre. Para nada culto, para nada igualitario, mucho desierto, mucho populacho con ganas de hacerse visible, y un mundo imposible. Digo éstas palabras que ya las dijera Jaime Gil de Biedma en una frase distinta a la que yo uso. Nos queda una tele realidad cutre sin interés alguno para aquellos que pedimos más, que no nos conformamos con esto, que queremos otra cosa, que no perdemos la esperanza, que esperamos que esto se salve, ¿por qué? Por que la vida es bella pese a todo. Hay cosas que la hacen interesante. Por ejemplo, se sabe o se conoce que los inmigrantes tienen muchos hijos, y si estos son el futuro de nuestras sociedades, ese, y solo ese, es el miedo del neofascismo que impera en los países industrializados y ricos. No pretendo dar el coñazo, pero tenemos que defender la educación y que el futuro del mundo sea lo más competente posible, y no digo competitivo, que ya lo es, me refiero a eficiencia, a sentido común, y sobre todo, más social y más justo. El mundo que nos queda tendrá, quizá, otro color de piel, pero qué importa el color que pueda tener si tiene el cerebro en blanco. Y uso la palabra blanco, no aludiendo al tema racial, también pudiera haber usado encefalograma plano, pero no, este no es el caso, me refiero a un mundo banal, un mundo hostil, siempre en lucha contra realidades que nos incomodan. Se debe aprender a convivir, y lo digo yo, que soy divorciado, pero esa es la única verdad que debe interesarnos. Debemos derrotar al ansia de poder, a la avaricia, al amasijo de dinero que almacena la gente y es por eso, por esa misma razón, porque se intuye, porque se palpa, porque si no hacemos algo ahora el mundo, tarde o temprano, hará crack. Porque la razón de que la gente se aísle y no reivindique su legítima voz es la tontería edulcorada en la información, en los estados cegados, en el egoísmo; puede que parezca que los inmigrantes tengas más derechos, pero es precisamente ese el motivo, porque son los más débiles. Y débil también soy yo, el ser humano en sí es feble, se evapora, se muere, y la felicidad de los parques será la de ancianos solos ocupando bancos esperando sus hijos a que la palmen para obtener una vivienda, ya que existe precariedad, esa es la palabra, un mundo cutre y precario nos espera como no hagamos algo ahora.