Capplannetta escribe para sobrevivir a los designios que la naturaleza nos tiene acostumbrados. Familias que se separan por causas implícitas en las personalidades carentes de amor, sin clara evocación a la unión como sustancia salvadora de todo peligro que conduzca a la atomización. Hombres simples con mujeres con demasiado carisma, mujeres proscritas de su personalidad y enfrascadas ante maridos machistas que viven bajo el yugo del alcohol y sólo creen en la efectividad del golpe, del agravio beligerante ante un público de confianza. Someten éstos a la mujer o al hombre y lo reemplazan por una persona sin sí y sin no, sin voz alta, sin puño en alto, con miedo atroz. Capplannetta escribe para sobrevivir ante la posibilidad del yo soy más que tú, Capplannetta escribe para sobrevivir al tedio, a la angustia, a la soledad, a la ansiedad, al desconsuelo. Es un pan que come él sólo, es un grito que no se ha escuchado en ningún lugar, es un guacamayo en grisalla, es un apropósito desnudo, es un desprovisto de miedo, el miedo es un lastre. La mujer con miedo merece refugio y justicia materna, el hombre con miedo que elija él si quiere su soledad o el escarnio deliberado. Hay personas que viven endiosados hacia la crueldad y el cobarde aplauso de su solitario ego malvado, ¿dónde nace la maldad de estos seres? Seguramente de la maldad de otros. La sombra de Caín tiene una protección en la frente, marca una equis en tu juego y verás la fecundidad del mal implantar su sabor de hiel y leche putrefacta. Capplannetta huye del injusto andamiaje de frases hechas para componer él su propio léxico en poemas de métrica y café salpicado. Capplannetta quiere un pedazo de paz con unos filetes de tranquilidad en la despensa limpia de su día a día. Si creen que se nutre de tarántulas y de telarañas de avaro, es que no lo han visto nadar entre el amor a miles de kilómetros.