ser un hombre

Si yo fuese un hombre como los demás ataría al esperma negro de mis sueños zarzas maleables de espino para que aquel que me ame no me impusiera su sueño y sí el mismo aire, pues respiro, yo de vuestro mismo aire respiro, y cuento con mis pesares si no pesáramos la sombra de mi destino; -sí, sí, de mi destino-, que no renuncia a sus avatares de hastío aunque sí al designio: inútil designio, almendra amarga, caminos abismales, sufrido sino, cosas a pares, brote de espigo, filosofías sentimentales, reproche y castigo, confortables hogares, luciérnagas del estío, hace calor y hace frío, cantar de los cantares, música que roza el delirio, artefactos de noches naturales, quién soy y quien he sido. Si yo fuese un hombre de esos que llaman normales iría echándote de menos por cualquier parte y no brotarían los crisantemos en la sequedad de la sangre, e iría echándote de menos siempre a raudales, sería como cuando el mar por tormenta embate, embate en este velero que me late; no crecería cabello en los corazones de los que para nada valen, rojos son los te quiero, y los besos no saben a nadie, ni tienen rastro, ni huella, y la velocidad los hace peces iguales, si yo besara tus labios olería la flor cortada de tu carne, si yo fuese un hombre de esos que parió una madre de esas que son un tanto vulgares haría con mucho orgullo de mis sollozos lastre, buscaría allí en mi ombligo lugares del desastre, desastres que partieron mis manos igual que se parten panes en dos mitades, haría de mis desastres lunas de papel para que cuando sea un hombre como tú con rabia envistan mis manos, torpes y fofas, suaves y vegetales; si fuese un hombre como tú pelaría las cebollas presionando los pulgares, y haría de sus capas jengibre efervescente y redondo, como refrescos bionaturales, si fuese un hombre como tú me llevaría a las chicas a pares, por aquellos tugurios y frecuentes bares donde guardan en algún lugar un catre donde amarnos haciéndonos un chance, allá por esos oportunos lugares donde habitan los Adanes, esos que pululan por las tardes vomitando la flema de las juventudes ocasionales. Esos que guardan la pena de haber pisado en fangales desde que los crearon dioses y diosas que fueron amantes.