…Por el año 1998 me diagnosticaron una enfermedad mental, enfermedad que me impidió la vida laboral y someterme a una fuerte medicación psicológica. Por aquél tiempo yo era un chaval delgado, no hacía ningún tipo de deporte y leía mucho (hecho que veo ahora como una bendición), sobre todo narrativa y poesía. Un psiquiatra no te lo dirá, pero la medicación psicológica engorda, hincha y engancha, aunque es necesaria, en su proceso lento ayuda un 55%. Lo demás viene impuesto desde lo que tú pongas de tu parte, que debe ser el equivalente a querer curarte. Nadie dijo nunca que las drogas legales aburren, las que distraen son las ilegales, me abandoné a ellas, hecho que me llevó de vacaciones a un camping barato en Tossa de Mar, y todo para acabar tomando heroína dentro de una triste tienda de campaña. Ahí en Tossa de Mar acabé cogiendo un mal que a nadie se lo deseo, “verrugas plantarias”, son dolorosas, incómodas y contagiosas, y todo por olvidarme de mis chanclas de goma y no haber tomado la precaución de meterme en una ducha más limpia que en la que me duché, pero ¿qué le vas a hacer? Estaba idiotizado, ese fue el principio de mi encierro voluntario, que tras haberme curado de las adicciones, y tras haber puesto Internet en casa de mis padres (esto fue por el 2002) mi vida fue un calvario debido a las curas semanales a las que me sometía religiosamente dejándome imposibilitado y con las plantas de los píes doloridas, ya que me echaba el podólogo unos líquidos abrasivos para después cortarme verruga convertida en pieles muertas, en fin, un infierno que no olvidaré. Fue por esa época, a mis 28 años de edad, cuando comencé a tener tripita, la tripita fue creciendo y creciendo (no toda la culpa es por la medicación psicológica) hasta que acabó siendo una barriga grande y barriga que me acompleja (la gente se sorprende y otra gente intenta hacerte daño porque sabe de tu complejo), barriga que siendo tan joven llama mucho la atención, hay gente de todo tipo, pero existe gente dañina que utilizará tus defectos como arma arrojadiza, hay que tomarse las cosas con filosofía y no culpar a los demás de lo que te ocurra, por eso prefiero antes ser cien mil veces barrigón que una vez déspota y chabacano…