nocturno de Navidad

No nos pensemos que la Navidad es un canto a la vida, a la buena estrella y al amor en familia. No, para algunos la Navidad es un nefasto llanto engullido, es un dolor de dos semanas que se va vislumbrando negro y se apaga como una vela donde pone huevos la soledad. Es un fracaso de postura que nos obligan a creer mientras vivimos. Aquellos que dicen que la Navidad es para los niños que se atrevan a mirar bajo la alfombra y vean la náusea inmensa que es contemplar el escombro de la otra parte del mundo hecho esqueleto de muerte y desamparo. De la pérdida de Dios absoluta. La Navidad es un asco hasta para los que podridos con su dinero carecen de la lágrima negra ahorcándose la bilis porque no pueden sujetar su fracaso verdadero, Navidad efímera pero asquerosa que une ilusiones como un ramillete de amarga insatisfacción, mi madre, la pobre de mi madre es esclava de su plebe en la alitosis del parentesco, se mete en su cocina y nos prepara sus alegrías que a ella le nacen de tres partos que ella tuvo, así, como las tres caídas de un desembarco frío desde pesqueros putrefactos donde a cada cual da su calostro y su tuétano de células imperdonables la llevan hacia el fango, y cae, y otra vez, plaf, pétalo de jazmín sucio de una canción que oyó cuando era niña, la canción de amor es la Navidad, la canción de amor que doblegan los idiotas como una espiga que se agacha para entregar su cereal a la tierra pusilánime, como un oscuro templo de voces que llaman con sus villancicos repetidos, su liturgia de oropel y esperanza marchita, la canción que te abraza como un oso lánguido y espeso, como un burócrata meapilas que sólo se apiada de las sentencias del condeno a, condeno a Cecilio Olivero Muñoz a la sentencia de cadena perpetua a enfrentarse a la Navidad impredecible, como la muerte, como la soledad, como de un mal, que del cual, nunca se está preparado.

Deja un comentario