No poder escapar de las entrañas del sueño, mover los labios entre la voz que intuyo, humedecer la cama de orina mientras duermes, escuchar voces que jamás existieron, tener la certeza absoluta de que de ti hablan, es como huir de sí mismo cuando los demás ríen, estar estigmatizado porque te tachan de esquizofrénico eso es por el desprecio humillante de la ignorancia ceporra, esa de la cual le faltan casi todas las piezas dentales, y beben para olvidar, y abusan de su modorra, tener alas para volar ya no es exclusivo del aire, la droga propicia un incendio en el útero de la soledad, cuarenta cigarrillos al día no resultan bastante, quince cafés diarios son mera rutina, los hombres sagrados no saben llorar, por eso se inventan lamentos desde sus plegarias redondas y hablan para un tiempo futuro anunciando un mañana, es difícil vivir como Buster Keaton, nadie lo ha visto reír en miles de kilómetros a la redonda, se sabe que ríe en las zonas comunes, siempre y cuando no haya nadie, lo hace para no ser descubierto por los fanáticos de la felicidad.