un ser extraño

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Nadie se podría imaginar lo exótica y extraña que puede llegar a ser mi naturaleza secreta. Tengo lo exótico de los colibríes azul turquesa, de los cisnes tintados de un rosa lacrimoso, tengo el cólera de un caballo que parte para una batalla contra los alacranes negros de un desierto seco y sin fina arena, me excitan las mulatas, que como yo, tienen lo exótico de los peces verde esmeralda, invoco al capricho eterno de tenerte entre mis días apacibles, entiendo todas las enfermedades mentales como si de un ramillete de margaritas se tratase, margaritas que se desnudan de amarillos ante los monosílabos climáticos del sí y el no, me duele el suspiro de no tenerte, como si invierno y verano fueran un continuo lamento acompañado de un piano acostumbrado al bolero negro de tus zonas morenas, de tus codos, tus labios, tus ingles, tus párpados, tus rodillas, las curvas de tus tobillos, el fruto maduro morado y ennegrecido de tu vagina fecunda y poderosa, me gustas como el libre albedrío, como la fiebre contagiosa que derraman los poetas fecundando la vocación a otros amantes de la poesía; cuando me refiero a ti me refiero a todas las frutas que en la aurora boreal no se conocen, cuando me refiero a ti me refiero a las costumbres bellas que tienen las gentes sencillas, las gentes que cocinan para mucha gente, pobre de aquellos que cocinen para los cerdos idiotas, cuando me refiero a ti me refiero a esas cosas que todavía buscan su nombre y para otras que no lo encontraron todavía, también para esas cosas que no tendrán jamás nombre, porque deben ser un misterio, para los hombres, los poetas, y las mujeres.

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