vagamundo

juan-el-cojo-en-cifuentes

Vagaba entre carretera de Terrassa

esquina calle Albéniz, aunque malvivía

en un barrio conocido como el barrio de las Latas,

no sé ahora el porqué del nombrecito,

pero así lo llamaban, el hombre en cuestión:

se llamaba Juan, Juan el latero, tenía una pata

cortada y siempre pedía para dos cosas:

la una para un cafelillo, que él transformaba en carajillo,

la otra, para un cigarro, no le importaba ni marca

ni el tipo de tabaco que este fuera,

mientras tanto buscaba colillas de cigarrillo apagadas.

Un día lo escuché manteniendo una conversación

con otro pobre a la suerte de Dios:

-Juan ¿son grandes las colillas que encuentras?

A lo que Juan responde:

-Ésta vez no son muy grandes, cuando son grandes

son en la puerta del banco o de la farmacia.

A lo que el otro contesta: -Si saben a meado de gato.

Juan responde: -¿Es que probaste el meado de gato?

-No, pero imagino que debe saber así, el otro contesta.

Cuando es bueno el tabaco es cuando es regalado.

Replica Juan.

Esto lo dice cantando el último cuplé de la Sara Montiel:

Fumando espero tarirorirorero.

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