Tengo tantas cosas que decir y a la vez tantas razones por las que callar, que no me queda otra que conformarme, eso, antes de que me llamen resentido, megalómano o soberbio, no me queda otra que luchar por lo que no siento, si lo hiciera al contrario tendría a los que más quiero en contra, y eso acabaría conmigo. Existe tanta gente que vive en una contradicción que podrían hablar del revés y caminar como los cangrejos, no me importa lo que diga la gente, me importa lo que piensen los que de verdad me quieren.
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Hay gente que denomina a otros hipócritas, pero yo no los llamaría así; una, por respeto, y otra, por que les entiendo, simplemente se cuidan, y los que los llaman hipócritas desconocen lo que cuesta muchas veces cuidarse. Cierto es que hay muchas clases de hipocresía, pero la que se ejerce para cuidarse es digna, es admirable y es muestra de una inteligencia y fuerza emocional que los déspotas que les llaman hipócritas debieran aprender de ellos.
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Conozco ciegos que quisieran ser sordos, y he conocido sordos que hubieran preferido ser ciegos. Conozco a hipócritas que dicen la verdad en broma, y a hombres sinceros que mienten en serio, los dos pretenden cuidar y cuidarse, o todo lo contrario. Conozco a listos que se hacen los tontos, y a tontos que se creen muy listos, también conozco a guapos que quieren ser guapos, y a feos que envidian a los guapos, pero también hay guapos que quisieran pasar desapercibidos como feos, estos, son guapos y bellos, por que existen los guapos y los bellos, los bellos no necesariamente han de ser guapos, pero no son feos. Yo, a medida que pasa el tiempo, cada vez me conozco menos, quizá tenga que empezar a cuestionarme lo que soy. Yo quisiera volver a la inocencia pero con la conciencia que tengo ahora del pasado.
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Sube el coste de la vida, de la cultura, de los artículos de consumo, de los alimentos de primera necesidad. En los países desarrollados no es de extrañar que los indios se suiciden, y los mestizos acaben con depresión nerviosa. Conocí a alguien una vez que no sabía lo que era la depresión o la ansiedad, cuando conoció el país, o uno de los países donde la diagnostican a diario ya fue demasiado tarde. Con la crisis el índice de delincuencia se dispara, por eso las gentes con lo necesario para vivir tienen miedo de salir y cuando lo hacen siempre van con el dinero justo, cuando contemplamos los naufragios en los hogares vemos una luz que nos consuela, es duro, sí, y da mucho asco comprobar que te alegras de no ser tú la víctima del bombardeo de miseria, te alegras y tu conciencia a la vez te devuelve una sucia arcada, una arcada de asco, por que la miseria y la mugre corre silenciosa en lugares aledaños, nos alegramos de no pisar nuestra mierda, pero lo más triste de todo y lo que más miedo da es que somos espectadores de las tragedias en el mapa mundi mientras comemos la plegaria apestosa del fracasado. Y admiramos al ganador como reflejo inalcanzable de las promesas que lanzamos al mar, lo que la gente creo que parece no sospechar es que el ganador también atufa su derrota en la zona solitaria que nadie ha visto. Ganar o perder son espejismos.