Esta muchacha sonríe de cualquier manera y en sus esbozos dibujan tres mil palmeras, con sus hojas de palma curvadas y sumisas que revolotean al viento firme en escuadra que elegante sisea, esta muchacha abre caminos con una llave, que nadie conoce, nadie la sabe, esta muchacha brinda a los años un ser perplejo y reúne corales como amuletos, esta muchacha destapa mil carnavales, entre verbenas de vino donde brindan las gentes de otros lugares, esta muchacha sabe que mañana empieza la primavera, entre suspiros que brotan libres de hierbabuena, esta muchacha renuncia al peso del mundo y a la rabia roja de los iracundos, esta muchacha se viste de cualquier sábado y sabe cual es su reducto, entre la fecha dorada y el pálido rumbo, esta muchacha hermosa si se equivoca, le pone veinte cerrojos a cada centímetro de boca, esta muchacha sabe comerse su sopa, porque ha comido recalentado para que sus hijos delicados no comiesen las sobras. Esta muchacha se persigna sin persignarse, se resigna sin resignarse, esta muchacha aprieta sus muelas, aprieta su boca, cuando en su sueño los monstruos de roca no le quiten su mundo risueño. Y guarda aromas entre la recién lavada ropa y su secreté pequeño. Esa muchacha sonríe y ya no es niña, aunque saben sus besos a romero y piña, esa muchacha cae desde bordillos grandes y cuando ella está en el suelo su extrañeza es gigante, esa muchacha guapa se nos escapa entre la vid de vino y un reguero de agua, esa muchacha bella que no se vaya o me ataré un cordel a su blusa y otro a su falda.