En el carrusel de este mundo desnudado entre inviernos macabras me tropecé en el exceso de un absurdo y mordaz pentagrama, pues sé que el consuelo de muchos es partirse la cara y el consuelo de pocos es un consuelo de nadies, para nadie traduzco esta especie de melodrama, me tildan de loco cuando les viene la gana, me etiquetan de tonto la élite de exquisitez con trauma, yo me pongo y me descompongo como el vino que se avinagra, deberías saber que te quiero en calma pero tus nervios delatan comedias de tragedia mojigata, en el trasfondo de la pulcritud literaria no tienen mis versos una triste fe de erratas, pues se mide a las claras mis oscuras pasiones sin un mañana, a qué decir tiene que las bocanadas de este consuelo con la ocasión calva, se siente en el frío oportuno de la serenata que apunta la voz a la cuerda floja de mi palabra. Mi sabor a sal comprueba que la soledad se acaba cuando la noche apaga a millones de hipócritas luchas cotidianas, mi sabor a tabaco y a vainilla en vaina sabe que los que se conforman con la azotaina los vendrá a avisar el carcelero en la madrugada, ni sabor, ni pulpa del desconsuelo, la verdad que se niega en voz baja la gritan los atados a la desventaja, ya que los justos que tiritan contra un muro de espaldas se pelan los nudillos con saña golpeando su ceguera incauta.