Las células de mi cuerpo saben todas que yo te quise, las malvas, los mosquitos y las moscas sabrán cuando yo esté muerto cuánto te quise, tú quizá ya no lo sepas, quizá hagas oídos sordos a mis suspiros que te nombran en la noche, todo mi cuerpo clama tu beso redondo donde yo me estremecía y abría un camino hacia lo sagrado, pero hasta los sordos saben contar mentiras, y los ciegos callan al monstruo que han oído pasar por su lado.