hoy

Mujer herida, pajaro herido

Hoy, cuando me desperté, un pájaro gris mascaba su canto por los recovecos imposibles de la tarde precisa, el pájaro no era gorrión, sin embargo quería serlo. Se movía desesperado por la fachada de mi edificio, yo pensé que era una paloma sucia por tubos de escape, asfalto y primavera en las zonas grises tan comunes para todos. Pero no, ese pájaro era mi corazón, lo envolvía con cuero en carne viva, lo arropé en mis entrañas hasta que la noche fue haciéndose presente como una sombra que te tranquiliza, la noche, esa manta caliente de la que renunciando a ventanas y paredes se hace ama de toda su milla infinita, su bostezo es un largo aullido que pesa como pesa la belleza negra. Ven noche y cálmame el rastro de abstinente plegaria que se acurruca como pájaros de hielo, pájaros de nieve que se sujetan en el alma pesada del agua, sueño pesado que cae como una lánguida ternura que vestida de nadería purga la estalagmita del silencio.

En el horizonte existe un ámbar para los amantes, el mar en su azul oscuro se sabe hondo y profundo de agua en el salitre, el horizonte, siempre inalcanzable, dibuja una utopía eterna para los que sueñan con el ámbar del que las mieles no reniegan.

Ando lo desandando temiendo a mi silencio y también al tuyo, primero rompo el silencio mío, después me encuentro de bruces con el tuyo, los dos rotos, seguimos temiéndonos, más nos valdría no romper ningún silencio pero una existencia sorda es una existencia que reconoce a la locura en el silencio que ha visto, quiero verte rompiendo silencios, y yo te contesto y nuestras miradas hablan.

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