la soledad en tiempos del Spotify

Gorda y la Musica 00

Viendo y conociendo la mugre en la que se cimenta la moral de los bares de barrio, comprendo, puedo llegar a comprender, el porqué una chica de Shangai adquiera una sonrisa tras una barra, lo que nunca llegaré a entender es que pisoteen la frente a un muchacho, el menos parroquiano, el más vulnerable, el más borracho pero el que pierde la razón por estarlo.

Aparté mi pose vertical ante una barra por una pose horizontal con un café solo, bebo vino cuando debo beberlo, pero además de beberlo he aprendido a mearlo, no critico al que a mear a un bar vaya, pero ya no tengo ganas de aguantar conversaciones de borracho, prefiero tranquilo estar con libro y en pijama, que estar desnudo sujetado por un vaso y unas babas, me pierdo por ríos de tinta, me acurruco en los algodones de la música a medio volumen, que es como decir a media luz y sin mediar palabra, paso por adorar a Camarón de la Isla y me acabo en una balada de jazz de un tal Bill Evans, me emociono con un Olé de un tipo saxofonista llamado John Coltrane y me eclipso poniéndole un dedal como sordina a un tal Piazzola.

Me acompaño con Chet Baker, Miles Davis, Bird, Monk, Marsalis, un bolero de Lara, Chavela y Luis Alfredo, los tigres del Norte y Chabuca Granda, Bob Dylan, Sex Pistols, los Rolling Stones, Violeta Parra, Billie Holliday, Carlos Gardel, Eva Ayllón y Santana, los Eagles, Iggy Pop, Tom Waits y Papas and the Mamas , Ziggy Stardust o David Bowie, Ac/Dc, Ella Fitzgerald, Víctor Jara, Nina Simone, Atahualpa, Marifé de Triana y McNamara, Machín, Judas Priest, Rosario, Skeeter Davis, Billie Jean, peppermint y la nostalgia.

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