bienestar

Las Alturas de Manhattan 00

Parto, parto al espacio anestesiado, con mi tufo u olor a payo, payo, payo, más que el limón con sal, payo, como aquél hombre blanco que ignora el esqueleto mordido siempre a ras, parto hacia mi mundo tranquilizado, me quedo acurrucado en la raya del miligramo y me quedo a gusto de la mayoría que son tantos, tantos que de cuantos ya mi naturaleza he olvidado, piedra que se debe amoldar, cansado y testarudo simulacro, mojo mi paz entre Tranquimazin medio ilustrado, tranquilo porque tranquilo has de estar ante el vértigo y el sobresalto, ternura química por la que andar con los ojos adormilados, qué importa lo que digan los demás, vuelvo al calor del cordón umbilical, vengo a retomar mi espacio, mi pacto desabrido en el cristal, mi espacio en el que es placentero estar, no conoce violencia ni Dios en el que rezar, tranquilizado sumo y resto la salud precaria del no estar, exposición, nudo, desenlace y debe haber algo más, tras esta página que ahora paso, debe haber al menos diez minutos de bienestar, la sociedad se derrumba y yo caliente en el confort del hogar, me quedo anestesiado, de sulfuros, de cianuros, de azufres que me liquidan la paz, paso de página y tú no estás, no me gusta el frío del vacío que dejas atrás, pero yo me hago y me deshago de supervivencia pertinaz. Me ato al hilo en el que cuelga la paz para un rato, y en la despensa no queda ya cariño despensado.

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