la fotografía

Niños alegres alborotados

El día anterior habían mantenido una disputa porque la familia ya se encontraba propensa al desgaste afectivo, él, un chico díscolo y propenso a la depresión nerviosa amenazó con quitarse la vida esa misma noche, la madre, mujer fuerte pero sensible pasó la noche pensando: ¿lo hará de verdad? ¿Será capaz está vez? La madre pasó en vigilia casi toda la noche, y ya agarrado el sueño, un sueño con vestigios de pasar a una vigilia casi plena le sonó el móvil, era un mensaje de whatsapp, era el hijo, era el hijo intentando tranquilizarla diciéndole a la madre que se acababa de tomar un vaso de leche y que estuviera tranquila, que iba a intentar dormirse, la madre ya no pudo coger el sueño, rebuscando la madre en el cajón de la mesilla para tomarse un tranquilizante para coger mejor el sueño, se encontró en aquel cajón un fajo de fotografías pequeñas todas en blanco y negro, las ojeó una por una y allí estaba La Fotografía que pareciera estaba rodeada de unas espinas no del todo dolorosas, eso nunca, nunca para una buena madre como ella, una fotografía que la inquietó al mismo tiempo la devolvía al estado de vigilia más absoluto, era él, él chico díscolo y problemático junto a sus compañeros de clase unos minutos antes de que se fueran de excursión, esta fotografía se la tomó la madre y le acompañó a la visualización de ésta un estado de tristeza infinita, ahí estaban, el chico díscolo y problemático era el que abría su boca con más efusividad y aún con más loca alegría, a la madre le vinieron unas súbitas ganas de llorar, pues cómo había cambiado desde esos tiempos de alegría de sidral efervescencia para acabar a posteriori en estos tiempos de depresión constante, la madre recordaba y recordaba e iba diseccionando paso a paso cada recuerdo, cada etapa, ¿cómo pudo llegar a estos tiempos de miseria afectiva y de mal humor permanente? La madre se entristecía y de pronto a la madre le golpeaban unas palabras que él le había dicho en otro momento de sus vidas en común, al parecer el chico le dijo que necesitaba de vez en cuando un abrazo, aunque este tuviera ya una edad adulta aún necesitaba de cariño y afecto de su madre, a su madre estas insinuaciones le parecían infantiles y carentes de madurez, ¿es que él acaso no comprendía que tenía que trabajar, que tenía que atender después las tareas del hogar, que tenía problemas y esos problemas no se solucionaban con atenderlo sólo a él? ¿Acaso él no comprendía que tenía marido (su padre), tenía hermanos, y que ya era mayor para estas cosas de las cuales ella creía que ya estaba del todo vacunado? Entonces volvió a mirar la fotografía, era un niño alegre, apasionadamente entregado a la alegría, por muy poco no se puso la foto en el corazón al mismo tiempo que lloraba como lo estaba haciendo en ese momento y autoflagelarse con el tópico instintivo que suelen tener casi todas las madres, se preguntaba: ¿en qué habré fallado? ¿Dónde estuvo el error con este hijo mío? Un hijo que lo ha tenido todo, juguetes, alimentos, estudios extra escolares, colegio de pago, libros, enseñanzas clásicas, cierto es que debido a la situación del país los tiempos que él vivía no eran como la madre los vivió, ya que vivió necesidades, trabajo infantil, penurias de un país gris y sin atisbo de libertades y progresos propios de una sociedad moderna, todo el país era gris y se respiraba precariedad por todas partes, la madre quedó totalmente en vigilia y le apareció un dolor que lo sufría en la mitad de su cara y cabeza, con ese dolor no podía ni llorar más, se levantó a tomarse un Ibuprofeno, en ese momento sonó otro mensaje, era él, el muchacho, esta vez le decía: -Mamá, mañana necesito que me ingreses 200€ para pagar los servicios que faltan, la madre se tuvo que ir al trabajo sin dormir, ya en el trabajo recordaba la alegría explosiva del niño con la boca abierta y entregado a la locura de sus amigos, unos niños que como él lo tuvieron todo, o al menos eso creían sus padres.

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