Como ya habré dicho en otros lugares, tanto en cenáculos improvisados, picnics familiares y en escritos varios, pusieron Internet en casa en el año 2002, en ese año yo padecía una época delicada, ya que, no sé si tardía o prematuramente, descubrí la soledad más absoluta que pudiera imaginar fuera posible, o tal vez fuere ostracismo, no es menester mío a quien confiera culpar tales desprecios del hombre contra el hombre, pero sí diré que debido a esa soledad, buscada o involuntaria, da lo mismo, soledad al fin y al cabo, soledad en la que nacieron en mí una ciega curiosidad por el medio digital, acompañada de mi ignorancia también frente al respectivo interés por entablar relaciones a través del Internet, cosa que ahora ni me pasaría por la cabeza, porque tras conocer yo los hechos ocurridos en esta experiencia personal, experiencia que me ha marcado profundamente, me es vergonzoso decir que pasaba hablando con la que fue mi esposa a través de Internet unas diez o doce horas diarias (exceptuando las horas dedicadas a otras labores y a las comidas del día) hablando de tonterías normalmente y ocupando el tiempo en compartir archivos en mp3 de una linde a otra linde, de allende a aquende. Me pregunto qué sería de haberla conocido a Ella en estos tiempos, en primer lugar me digo que tal inocencia no sería posible ya, pero si así fuera tendríamos la posibilidad de intercambiar gustos musicales a través de las cuentas correspondientes de cada uno en Spotify o en otros lares, me río al pensarlo, y disfruto de como ha cambiado todo desde entonces hasta ahora, el amor en tiempos de Spotify, seguramente titularía así algún texto escrito para Ella para y por sorprenderla, hecho que nunca se consumó, pues Ella era neófita y mostraba poco interés por mis poemas sobre Internet y nuestro amor a través de Él. Pero sí, la mayor de las veces eran diez horas, después ocurrió lo que tuvo que pasar, si quieren saberlo aquí les expongo enlace: http://www.ciberneticaesperanza.com.es/liooli Ahora que ha pasado el tiempo la historia sea ya otra, recuerdo mi partida a Perú en el año 2004 a buscar algo que quizá fuese un espejismo, una alucinación en la que escarbé para encontrar y acabé encontrando, como aquél que la sigue y lo acaba encontrando, lo que se proponga, sea bueno o malo, no todo fue malo, hubo momentos repletos de felicidad, de eso se trata la búsqueda, de cruzar océanos y fronteras en busca de lo que nos permite sentirnos vivos.