Es el final de este hermoso viaje y es el final de todos los largos bostezos que no obtienen oxígeno, no, que no obtienen el milagro que los árboles otorgan, muere el malo en este thriller de sello universal, agoniza el telón de mentiras en la noche que traspasa paredes, los buenos recobran su alegría como el que abraza un vaso de ruina sin saberlo, como el que da calor a una bombilla prendida, porque nada es gratuito señora, nada es en balde cuando aterrizan las plegarias en el mismo punto que reúne al sufrimiento, anestesiados andamos perforados por los moralistas que se empapan de aburrimiento, que renuncian a la risa abierta, disparan las trece balas a un Judas que no traiciona por miedo, el mundo es un aullido de alimañas y los finales felices se conservan enlatados, los finales felices los pobres los conocen por micras, al contrario del que almacena quilos de sollozos cosidos al silencio, encontramos el mar después de tanto tiempo sin buscarlo, encontramos bajo los adoquines la negritud eterna, la negritud omnipotente, celebramos cada semana que los niños encuentran su raíz de doble filo, celebramos que ahora es fecunda la justicia que se predica y se predice, es cuestión de frecuentar la fiebre del zero, es cuestión de renunciar a la asquerosa canción de Navidad, es cuestión de que todos quieran, pero los que no quieren pervierten la lágrima como diamante sucio de asco y poco más. Quisiera saber de tu sangre encendida en lo oscuro, quiero gemir de poesía ardiente por el nervio y el vaso sanguíneo, quiero copular con tu tristeza que está ahí afuera, quiero copular con tu soledad que está en tu adentro ciego, tan ciego como tus entrañas, quiero unir los pares con los nones y lamer la cuchara del placer inmediato, como al que con hambre a cada minuto recompone orgasmos en la carne de los relojes. Como el que alude a las flores del tiempo para disimular que es erial su sueño en las afueras.