Tengo el corazón con los secretos abiertos, quizá sea por eso que no me importe abrir mis secretos sin yo saberlo, tengo el corazón como un pájaro cien veces muerto, yo te quería tanto que cuando dormías acariciaba tu silencio y te hacía caracolas en tu pelo, y te besaba el sueño sin saber de él, yo te quería tanto que esperaba enamorado a que me susurrara el viento para que replegara tu infancia de niña traviesa, una niña partida en dos mitades, las mitades de unos padres, los tuyos, que se separaban entre tu trauma perforado, y yo te tenía pena por que te quería y tú no sabías eso, y nunca lo sabrás por que odiabas mis poemas, yo te quería tanto que las diez horas de jornadas laborales yo te perseguía a ciegas por el laberinto de la imaginación, y te pensaba ebrio de tus gemidos evaporados por mi alegría efervescente, y te esperaba limpio y nuevo, te amaba suave y sin límites, te quise tanto y ahora quizá te quiera un poco, poco, por que el que quiere una vez quiere muchas, y quien quiere muchas veces amontona pocos, como semillas de frutos que se recogen cuando la cosecha es soledad, yo te quise tanto que me volví palabra para nombrarte, cuchillo para vengarte, plegaria para rezarte, promesa para desengañarme, y rastro para perderte, yo te quise tanto que ahora guardo un recuerdo, a momentos malo y en otros bueno, pero yo te quise tanto, que si te quisiera otra vez comprendería de una vez por todas que todo tiene solución menos la muerte.