epílogo a una mentira

La mujer araña

De elegir entre el estereotipo del hipster al marginal outsider, me quedo, sin lugar a dudas, con el marginal outsider, es más puro, más honesto, más interesante, el hipster es un caprichoso, el hipster no hace si no afirmar y reafirmar su satisfacción conformista del capitalismo, o en mayor grado, el neoliberalismo más aberrante y superficial. Yo soy y seré el marginal outsider que se encierra en su hogar y repliega su astro con una margarita de acero que conmemora millones de veces un sí y un no. Por eso, cretina, por eso, me acuesto siendo un lobo herido y me levanto como un colibrí mental, un espejo dice una verdad, pues no es el mismo presente el reflejo y el reflejado, un espejo frente a otro multiplica, una araña teje su tela de araña y espera paciente a que el insecto incauto caiga en su trampa de naturaleza verdadera, lo que ella no esperaba es que el presente también es futuro y sólo el pasado duerme como raíz futura, lo que la araña no esperaba es que unos niños rompieran su tela, unos simples e imbéciles niños rompieran su tela buscando entre el azar de su mirada setas en la maraña del bosque.

Lo que la araña no esperaba es que tuviera que empezar de nuevo, y los simples e imbéciles niños perdieran así su inocencia, sí, se marchitó su inocencia como un verano en llamas, perdieron su inocencia y se hicieron sabios entre canción y canción, entre suspiro y suspiro, entre subidones y bajones, se hicieron adultos sabios mientras ahora desconfían hasta del fingido desmayo de las madres que ven pelearse a dos hermanos, sabios de veras, tan sabios que ahora arrastran sus manos en la arena del suelo árido de un desierto compacto, sabios de verdad que ahora miran los trampantojos de la noche antes de cruzarla ciegos de alegría, y huyen de los eriales en la galaxia de sospechas que la araña les impuso, este homenaje es por esos niños sabios, este homenaje es un pez que resbala en las manos del poeta, este homenaje es un orgasmo que sacude todas las telas de araña del mundo, las arañas empiezan de nuevo y los fantasmas se extinguen con el tiempo, tiempo de calma y prefacio oportuno, tiempo de este homenaje que gime de un éxtasis sin tregua, tiempo de calma como epílogo de una historia increíble o una eterna canción que en el aire está. Como un secreto a voces, como una palabra nunca pronunciada, terminan los infiernos del alma y la primavera no espera ni a la prisa vegetal.

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