Del paladar del odio proviene el boxeo y hasta a la prensa del corazón salpica el coágulo mientras haya toda una humanidad que espere impaciente. Para los amantes de la paz el asco se convierte en hastío y para los que no quieren paz, o una paz de camiseta, la voltereta ciega de empatía se cobra venganza en las vísceras de la rabia justificada. ¿Están todos ahí? El sacrificio está a punto de empezar. Migar en carne cruda el sucio dinero que los poderosos invierten, desde sus acolchadas alegrías, para vendernos la quijada del miedo como un buen filón cargado de futuro para ellos, para nosotros es derrota. Nos ofrecen el morbo desde la amarga seguridad del confort azucarado, miles de veces se ha buscado el rastro de los desprevenidos, garrotazo que agazapar en el simulacro de asesinato entre la inmortal semilla del amor que es como ser pajarero de todas las jaulas de oro, y mientras, en la antesala de los manicomios gritan el olor a sangre como con unas ganas de presenciar lo no-presente.