Me siento muchas veces como este cosmonauta, dejando que se le derrita el helado (el tiempo) por no quitarse de una vez la escafandra (la zona de confort). Debo decir que a pesar de la mala época que he pasado, he concluido proyectos y he resuelto problemas que parecían no tener solución. Escribí un libro cuando en mí sólo había mucha rabia y mucha desilusión sin que esto se notara cuando rellenaba de letras negras las páginas en blanco, un divorcio es siempre un dolor, y más cuando vives en el mismo hogar donde has vivido 8 años con la misma persona, pero conseguir que todos los recuerdos no afectaran la estructura del libro en sí es hoy por hoy toda una proeza. No me considero un escritor profesional, ni siquiera amateur, lo tengo como una afición, es algo así como el que juega en un equipo de fulbito y se pone una camiseta del Real Madrid que diga Cristiano Ronaldo en el dorso, o que diga Messi, para mí no es algo que me tome del todo en serio, sé que algunos me ven como que pretendo mantener cierta pose con respecto a las cosas que escribo o digo, sé quién de verdad soy, no puedo renegar ni de mi pasado ni de lo que soy, pero tampoco quiera nadie dinamitar mis ilusiones por cultivarme, o mis sueños de ser escritor, si las personas no tenemos ilusiones se nos petrolea la sangre, se nos convierte la sangre en mortaja en vida. Es bueno tener ilusiones por prosperar o cultivarse para ser mejor persona si cabe, y no para ir por ahí de repelente y que la gente vea en ti aquel que nunca has sido. Aunque quisiera jamás podría leer todos los libros del mundo, es imposible esta idea, se publica tanto en el mundo que hay más libros publicados que lectores en la faz de la tierra, hoy en día quienes pretendan leer todos los libros que se publican es como querer un imposible y acabar mucho peor de como acabó don Quijote, yo no quiero ser intelectual, ni un lumbreras, pero una cosa es cierta, los libros, algunos de ellos, te enseñan a tener la capacidad de pensar, y esto, llevado a la práctica puede confundir a la gente que me conoció cuando yo no cogía un libro ni aunque me lo recetara el médico, de esto que digo no me siento orgulloso, pero es la verdad. La mejor gente es aquella que con sencillez y humildad no presume de lo que ha carecido gran parte de su vida, ni tampoco la que presume de lo que hoy día es. No me considero la mejor gente, pero señores, dejen que la gente quiera ser lo que sueñe, mientras no haga daño a nadie, aunque moleste el cambio de 180 grados, la gente es más libre y más interesante cuando defiende aquello que sueña ser o lo que siempre deseó ser, siempre y cuando no se traicione a sí misma, ni al concepto que ella misma quiera proyectar ante los demás.