Pues eso, que Sí, y Sí, venero la flor del Sí, como un escarmiento al no, por eso el Sí, por ver sonreír a mi hermano, por lograr arrancar la espina de un efecto placebo eterno, por ver abrir la tarde en mi cielo, por ser aquello que dejé en un suspiro impregnado, por ser nuevo sonrojo volcado desde el sentir más ciego, más ciego, por ser Sí un no te viene anudado, anudado de sulfuro y picazón, como un pensamiento repetido que pierde cordura al rato, como un no que hace destellos en el corazón dando bandazos, como un no que se ofrece mecánico brotando sudor con un leve desmayo, como el no que deshuesa la rabia y la hace pus encerrada en un grano, lisura que hace retroceder al amigo y al primo lejano. No, negar es someterse y el Sí es trasformar lo negado.