Cuando era adolescente andaba con un chaval (compañero de escuela) ya que vivíamos cerca el uno del otro. El barrio, un barrio de extrarradio por aquellos años era un hervidero de lavabos con humo, de pandillas y tribus urbanas, de música y recreativos donde se salía del tedio en juegos de marcianos que hoy son un mero clásico de los 80. Recuerdo que era invierno, un invierno duro, frío y oscuro, donde anochecía con la rapidez de un visto y no visto, el chaval y yo en los recreativos jugábamos y fumábamos ante la mirada atenta (sin parecerlo) de otros chicos un poco más grandes de aquel barrio alejado y eternamente frío. Yo y mi amigo salimos de los recreativos y aquellos chicos nos siguieron, yo los conocía, cierto es que para mí eran conocidos nada más que algunos, pero esos chicos buscaban como lobos hacerle daño al chaval que iba conmigo, yo no entendía el porqué. Empezaron a insultarle y golpearle de manera injusta, yo trataba de mediar para que no lo hicieran, al final aparecimos entre golpe, insultos y zarandeos en una zona más lejana de la señal tachada que marca el fin de una ciudad, zona más lejana otorgando un cuchillo helado, como frío más profundo y más desangelado, aún más si cabe, estábamos entre el fin del barrio y los eriales que eran prefacio de huertos y campo abierto. El acoso (hoy llamado bullying) pasó de ser unos simples manotazos a golpes más fuertes y sonoros. Yo intentaba decirles que lo dejaran, que no les había hecho nada, entonces me dijeron: -Calla, si no quieres ser tú el siguiente. Empezaron a quitarle la ropa, empezaron con las zapatillas, los calcetines, pantalones, chaqueta y demás prendas, y lo dejaron completamente desnudo, el chaval lloraba tapándose sus partes íntimas de manera patética, era lo normal, yo también lo hubiera hecho, con aquel frío, las risas de aquellos malvados, y aquel chaval intentando marcharse sin la ropa, ya que para colmo de males se la subieron a una farola, totalmente humillado el chaval desistió de marcharse, se tapaba sus partes, el chaval estaba desorientado, lloraba, de manera muy patética, repito, de manera que llora el ser más humillado de la tierra, yo dije: -Va, dadle la ropa. Ellos riendo y bromeando se la dieron , se vistió a toda prisa, el frío le obligaba a ello. En ese mismo instante e incluso más adelante no entendi por que desnudaron a aquel pobre chaval, era un crío, y tan tempranamente fue humillado de la manera más cruel, yo llegué a sentirme cuando lo veía en clase avergonzado, pero extrañamente él no me guardó rencor, incluso bromeaba. Ahora que ya todo pasó hace muchos años pienso en cómo debió sentirse ya que yo me he sentido así alguna vez en estos tiempos. Él no lo tuvo en cuenta, pero ahora lo veo en las redes sociales y no intercambiamos ni palabra, quizá yo le recuerde a aquella noche de invierno, en la que desnudo suplicaba por su ropa. Yo a veces sueño con pájaros desplumados, vivos y desplumados, y son tan patéticos que me despierto sudando inmerso en una pesadilla que todavía me acompaña.