la gran cagada

Water

Mucho se ha hablado sobre la zona de confort, incluso hemos reivindicado un espacio propio como es el caso de Virginia Woolf, pero lo que le ocurrió a este hombre, a este ser humano, se escapa de todas las ideas que podamos hacernos acerca de la intimidad. Al fulano en cuestión lo llamaremos «interesado», un fulano interesado en que le concedan un crédito, y llama a un banco, pero no un banco cualquiera, él llama a un banco de créditos a distancia, no diremos cual, solamente dejaremos claro que el «interesado»  en cuestión llama a un banco de créditos a distancia y cuando ya ha superado las preguntas del contestador automático se pone al habla una operadora, pero a este señor «interesado» le asaltan unas inoportunas ganas de hacer de vientre, o mejor decir de cagar, un apretón en definitiva. Mientras habla con la operadora se baja los pantalones y se sienta en la taza del WC sin intenciones de molestar. La operadora le pide los datos de identificación y dice: -Pues sí señor, ya tiene usted aceptado el crédito, y añade, en dos días hábiles lo tendrá en su cuenta bancaria, al interesado que estaba sentado en la taza escuchando le vienen unas súbitas  ganas de empujar, mientras habla con la operadora se escucha un tremendo estruendo, eso relacionado con que en el WC hay un eco que realza cualquier tipo de sonido, ya sea este salido de la boca o de cualquier otro lugar, el estruendo parece un trueno, a la operadora se le nota que se aguanta la risa, qué digo risa, carcajadas de verse en esa situación, mientras la operadora le está dando la información vinculante al crédito, se la oye que quiere estallar, que quiere dar una carcajada abierta y libre, pero se resiste, el interesado al comprobar la resistencia forzosa que está ejerciendo la operadora también le vienen ganas de reír, él al verse en el WC y llamando al banco también se resiste, están los dos interlocutores apunto de romper a carcajadas, se resisten los dos, la operadora está deseando acabar esa llamada, aunque los dos se resisten a reír, a los dos se les nota velocidad y muchas ganas de acabar con esa situación ridícula, acaba por fin la llamada y el contestador automático dice: -Con motivo de mejorar el funcionamiento de nuestro servicio le vamos a hacer unas preguntas, diga del uno al cuatro la puntuación que le da a nuestro servicio, siendo uno nada satisfecho y cuatro muy satisfecho, el interesado está partiéndose de la risa al concluir con la operadora, el contestador pregunta: -¿Está satisfecho con la atención recibida? Nuestro interesado dice: cuatro, jajajaja, sigue el contestador: -¿Díganos como ha sido la atención recibida por su operadora? A lo que el interesado inmerso en una vorágine de cagalera y carcajadas le dice al contestador: -Satisfecho, no, perdone, muy satisfecho, no, esteeee, cuatro, jajajaja, El contestador, por supuesto, cortó la llamada.