la maratón personal

El reloj de Dalí (2)

Cuando era niño me aficioné al atletismo, incluso llegué a ganar una medalla de bronce, también otros trofeos por participar en maratones. Recuerdo que en las maratones cuando daban el aviso de salida yo -inocente de mí- empezaba con un breve pero glorioso sprint y para cuando llegaba a la meta llegaba exhausto. Eso sí, mientras que duraba el sprint siempre me ponía el primero, pero cuando llegaba a meta siempre acababa en los últimos puestos, recuerdo ver impasible como todos me adelantaban y yo más desmoralizado acababa la maratón. Mi padre, siempre consejero, me decía que no saliera a comerme el mundo al comienzo para terminar de los últimos, me aconsejaba mantener mi ritmo para hacer el sprint acercándome a la meta. Pues bien, a lo largo de mi vida también ha sido así. Sobre todo en literatura, recuerdo haber empezado por que quería gritar de rabia, pero simplemente era la pérdida de mi adolescencia, y fue entonces cuando publiqué un pequeño librito de cuentos en verso y rimados, por supuesto lo pagué de mi bolsillo, por supuesto fue un fracaso, y yo ingenuamente pensaba en otro cuento, en el de la lechera. Pensaba comerme el mundo, entonces desconocía lo que era dedicarte (por afición papá) al mundillo de la literatura. Quise hacer mi sprint al comenzar en mi primer libro y todavía estoy corriendo mi larga maratón personal, la meta no la veo, no sé ni siquiera si existe meta, a lo peor abandono el maratón antes de llegar a meta, cosa que nunca hice cuando me dedicaba de niño al atletismo.

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